Durante tres años, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón estuvieron casados ilegalmente

Durante tres años Isabel de Castilla y Fernando de Aragón estuvieron casados ilegalmente (imagen vía Wikimedia commons)
Durante tres años Isabel de Castilla y Fernando de Aragón estuvieron casados ilegalmente (imagen vía Wikimedia commons)

Hoy en día puedes elegir unirte en matrimonio de varias maneras: pasando por el altar (ceremonia religiosa), yendo a los juzgados, ayuntamiento, en un barco o siendo casado por un funcionario habilitado para tal fin. Cualquiera de estas formas puede expedir el consiguiente certificado que indica que has sido desposado.

Pero tiempo atrás no era así y si no pasabas obligatoriamente por el rito religioso correspondiente no podías contraer matrimonio. Teniendo además todas las formalidades en regla: ser ambos de la misma confesión y no tener ningún vínculo de consanguinidad. Pero ambas cosas podían arreglase. La primera haciendo que uno de los contrayentes se hiciera converso a la doctrina religiosa del otro y para la segunda opción tan solo se podía hacer posible si se lograba una bula papal (documento firmado por el pontífice) por el cual autorizaba a dos miembros de una misma familia a contraer matrimonio.

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Cuando en el año 1469 los jóvenes herederos a sus respectivos tronos, la princesa Isabel de Castilla (de 18 años de edad) y su primo el príncipe Fernando de Aragón (de 17 años) quisieron contraer matrimonio se encontraron con la oposición familiar, además de la rotunda negativa del entonces papa Paulo II.

Y es que el pontífice ya había firmado unos años atrás otra bula por la cual autorizaba a Isabel a casarse con otro de sus primos, el rey Alfonso V de Portugal. Un matrimonio que ya había arreglado su hermano por parte de padre, Enrique IV de Castilla.

Pero Isabel no quería desposarse con el pretendiente portugués e hizo lo indecible por unirse en matrimonio con el príncipe aragonés. Para ello contaron con la inestimable colaboración de dos siniestros personajes de la época. Por una parte el prelado Alfonso Carrillo de Acuña, quien llevaba varias décadas moviéndose en los ambientes de la Corte Castellana y cuya influencia fue importantísima. La otra pieza fundamental para hacer posible la unión entre Fernando e Isabel fue Rodrigo de Borja (el mismo que en 1492 sería elegido papa bajo el nombre de Alejandro VI y les otorgaría el título, en 1496, de Reyes Católicos).

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La presencia de Rodrigo de Borja en Roma hizo que éste pudiera falsificar una bula papal por la cual se autorizaba a Isabel a contraer matrimonio con su primo Fernando. Eso sí, dicha falsificación no fue expedida con la firma de Paulo II (papa vigente en aquel momento) sino con el sello papal de su antecesor, Pio II que había fallecido cinco años antes.

Acto seguido el documento viajó hasta la Península Ibérica y a través de Alfonso Carrillo les fue entregada a Isabel y Fernando para que contrajeran matrimonio en Valladolid el 18 de octubre de 1469 en una ceremonia secreta. Fue así como se forjó un engaño que hizo unir a las dos coronas y dio el primer paso para convertir a España en un gran imperio.

El 1 de diciembre de 1472, un año después de fallecer el papa Paulo II, su sucesor Sixto IV accedió a firmar una bula papal (esta vez verdadera) por la cual autorizaba la unión matrimonial entre la princesa Isabel de Castilla y el príncipe Fernando de Aragón y, por tanto, se convertía en legal tres años después de haberse casado. Este pontífice fue el mismo que en 1478 dio el visto bueno (mediante otra bula) para la creación del Tribunal de la Inquisición en Castilla.

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En 1474 Isabel y Fernando se habían convertido en Reyes de Castilla, tras la muerte de Enrique IV y las consiguientes disputas por el trono que los enzarzó en la Guerra de Sucesión Castellana hasta 1479, el mismo año que Fernando recibiría los reinos de Aragón, Valencia, Mallorca, Cerdeña, Sicilia y los condados de Barcelona, el Rosellón y Cerdaña.

Alfonso Carrillo de Acuña acabó enemistándose con el matrimonio (por cuestiones de ambición política) y se posicionó en el bando contrario durante la mencionada Guerra de Sucesión.

Por su parte, Rodrigo de Borja (o Borgia como es frecuentemente nombrado) se mantuvo fiel a la pareja (fue él mismo quien llevó en persona la bula papal de Sixto IV que regularizó el matrimonio en 1472) y recibió numerosos favores para sí mismo y su controvertida familia. El 19 de diciembre de 1496, cuatro años después de ser nombrado papa, Alejandro VI extendió la bula conocida como ‘Si convenit’ y por la cual les otorgaba a Isabel y Fernando el título de ‘Reyes Católicos’ con el que pasaron a la Historia y son comúnmente conocidos.

Fuente de la imagen: Wikimedia commons

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