Alarma: Un menguante río Colorado riega el alimento de las vacas en Arabia Saudita

Arabia Saudita es un país rico por su petróleo y el oro negro le ha dado capacidad de adquirir afuera mucho de lo que no tiene en su territorio, ubicado en un área noble pero desértica, entrecruzada de historias milenarias pero marcada por las peculiaridades de su geografía.

Pero hay algo que es difícil de adquirir, incluso con la riqueza de una potencia petrolera global: el agua y las cosechas que la irrigación a gran escala permite. La ventaja es que, gracias a su poder económico basado en los hidrocarburos, Arabia Saudita y en especial la familia real que la gobierna, ha logrado crear una economía diversa y proyectada al mundo, al grado incluso de operar una de las mayores compañías de productos lácteos del mundo: Almarai.

Un campo de alfalfa en California. (Flickr / <a href="https://www.flickr.com/photos/discover-central-california/7816890176/in/photolist-cUKB7y-9qpYPu-reJRPK-9k3nQY-23t1U1B-7MowTi-aCFWHf-p8ap8-5pdtPa-oxhed-9YgX9p-29udVG-7yv6WJ-6qRMUN-p6szN2-HenXGM-4CRPJ4-wTc5D-9h4Tdz-72DbFU-6q5nsX-8D1XgT-CKQob-Je3RK-2bsVFN-7AkqVX-2eNnLP-24K9NNv-enMQ8F-28YFF8M-GFWVUU-Xps8hf-XiPCAp-7z3Ltm-6AUcEM-reJV4a-9UhVEc-5xwQEw-5EWcoi-cxLg8m-6y5Fec-7i7W3K-9h81Qo-qd1YWn-7XFXTc-8epus9-uRvVdT-KMGf6-28SJAno-3HCp5k" rel="nofollow noopener" target="_blank" data-ylk="slk:Ken Figlioli;elm:context_link;itc:0;sec:content-canvas" class="link ">Ken Figlioli</a> – Creative Commons <a href="https://creativecommons.org/licenses/by-sa/2.0/" rel="nofollow noopener" target="_blank" data-ylk="slk:CC BY-SA 2.0;elm:context_link;itc:0;sec:content-canvas" class="link ">CC BY-SA 2.0</a>)

Hoy, esa empresa posee cientos de miles de vacas para producir numerosos productos y en el desierto saudí además de los icónicos camellos habitan, por ejemplo, decenas de miles de vacas lecheras que en realidad no podrían vivir allí si no fuese porque son alimentadas con jugosa y nutritiva alfalfa, que Almarai les hace llegar, literalmente, desde los confines del mundo.

Y es allí donde, de acuerdo al relato de Lauren Markham en The Guardian entra en escena el poblado de Blythe, California. Se trata de una pequeña localidad ubicada en la frontera entre California y Arizona, regada por el Río Colorado. Justo por ello, aunque el lugar se encuentra en pleno Desierto de Sonora (y en ello hay un símil con la Península Arábiga), las aguas del Colorado lo han convertido también en un lugar óptimo para la agricultura.

Gracias a la cuantiosa irrigación que permite el Río Colorado, una empresa subsidiaria de Almarai cultiva allí la alfalfa que, periódicamente, envía en cantidades ingentes a Arabia Saudita para alimentar su imperio de vacas lecheras. Una alfalfa que, por falta de agua para riesgo, no puede cultivarse en territorio saudí y debe ser llevada allí desde Arizona y California y, también, desde Argentina.

Todo ello, podría suponerse, no sería sino uno de muchos ejemplos en el mundo de exportación de productos agrícolas de un lugar de alta producción a otro donde hay demanda pero una oferta local insuficiente. Y lo es pero con un detalle áspero, que a algunos reseca la garganta: el flujo del Río Colorado se está secando por la inmensa sed de ciudades y campos de cultivo de una amplia área en la que habitan millones de personas. Por ello, el agua de esa cuenca es especialmente valiosa y protegida: hacerse de ella implica cumplir con límites y pagar tarifas sustantivas.

Aunque ese no es el caso de Blythe.

Como reporta The Guardian, en el siglo XIX, cuando el Río Colorado fluía con enormes caudales y existía una fiebre por buscar y extraer el oro de su lecho, el británico Thomas Blythe solicitó al gobierno federal estadounidense el derecho para utilizar el agua de ese río. Esa concesión ha existido desde entonces, hoy está en manos del Distrito de Riego de Palo Verde, y desde 1877 garantiza a su tenedor el derecho a “cantidades incuantificadas de agua para su beneficio”.

La baja del nivel del agua en los embalses del Río Colorado es evidente y se agudiza. (AP)
La baja del nivel del agua en los embalses del Río Colorado es evidente y se agudiza. (AP)

Por ello, el Distrito de Riego de Palo verde puede hoy dotar de enormes cantidades de agua a las tierras de cultivo de la región de Blythe. Y solo puede cobrar por ella sus gastos base: 77 dólares al año por acre de tierra, una cantidad muy reducida y que garantiza a los propietarios de la localidad acceso a barato cantidades ingentes del vital líquido. Ese flujo de agua permite que allí se cosechen vegetales que, de otra manera, no prosperarían en el desértico entorno circundante.

Pero esa ventaja de Blythe es en realidad excepcional: en otras zonas del Río Colorado, cuya agua es enormemente valiosa, los usuarios deben pagar por ella en función de la cantidad que consumen, a tarifas altas y con la mira, en realidad, a reducir el consumo dado que el agua de esa cuenca está a la baja.

Blythe, en cambio, tiene el río a su disposición, por decirlo de alguna manera, y Almarai detectó esa situación legal y le ha sacado enorme provecho: vía la subsidiaria Fondomonte Farms, Almarai ha adquirido unos 15,000 acres en Blythe, cerca del 16% de todo el valle irrigable, de acuerdo a The Guardian. Eso le permite cultivar alfalfa, una planta que requiere de considerable riego, en enorme cuantía: cada mes, se comenta, Fondomonte Farms envía al otro lado del mundo enormes cantidades de alfalfa para alimentar las decenas de miles de vacas que Almarai tiene en Arabia Saudita.

Y justamente puede hacerlo porque el costo del agua en Blythe es mínimo, y eso hace que le resulte a Almarai enormemente conveniente y redituable sembrar alfalfa en esa localidad y enviarla hasta Arabia, lugar en donde no podría cultivarla, para alimentar a su ganado.

Que la etimología de la palabra alfalfa provenga del árabe resulta un dato sugerente.

El detalle punzante es que, aunque todo está ajustado a la normatividad vigente, se ha criticado que la concesión del Distrito de Riego de Palo Verde es en cierto modo anacrónica, considerando la limitación de los recursos hídricos en el Río Colorado, y desigual dado que en otras regiones se cobran costos y se imponen límites al consumo muy diferentes y más cercanos a una condición de escasez de agua.

El Río Colorado ciertamente fluye allí, y es aprovechado, aunque eso está cambiando. Desde hace algunos años ese distrito ha comenzado a restringir la cantidad de agua que aporta a los agricultores de la región, a fin de canalizar el líquido hacia grandes ciudades como Los Ángeles y San Diego. A cambio de no plantar una cantidad de terreno (y por ende de no recibir el agua para regarlo), los granjeros locales reciben una compensación económica. Pero eso no le funciona a Fondomonte Farms, cuyo objetivo es producir la máxima cantidad de alfalfa y enviarla a Almarai en Arabia Saudita. Las compensaciones económicas no le son de utilidad, pues su objetivo es obtener la mayor cantidad de esa planta, e incluso compra a otros agricultores locales su producción.

Además, indica The Guardian, Fondomonte Farms es un importante empleador de la región, cuya economía está en buena medida atada a su producción de alfalfa, y no es la única ni la primera empresa que aprovecha la disponibilidad de agua a bajo precio para cultivar y exportar sus cosechas. Pero resulta ciertamente curioso que una gran corporación ubicada en un desierto (y dedicada a una actividad, la ganadería lechera, que no sería allí posible a esa magnitud sin el flujo de alfalfa exterior cultivada a bajo precio) obtenga su insumo clave de otro desierto aprovechando normas del siglo XIX.

Es por ello que algunos ambientalistas y críticos cuestionan esas circunstancias y lamentan que la menguante agua del Río Colorado sea usada para cultivos que se van al extranjero. Otros señalan que eso es una cuestión común, no solo en Blythe y no solo con alfalfa sino con muchos otros cultivos destinados a los mercados internacionales, situación que un componente sustantivo de la economía de la región de California.

Sea como sea, la cuenca del Río Colorado enfrenta enormes riesgos presentes y futuros y su caudal, consumido en ingentes proporciones, podría mermarse a tal grado que pondría en riesgo no solo la agricultura regional sino el suministro de agua potable de millones de personas. Eso llevará, o debe hacerlo, a reflexiones y transformaciones hondas en la manera como se consume el agua de esa cuenca.

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