Se abre el camino para que personas autistas tengan una mejor calidad de vida

Cuando Miriam Inkenbrandt Gimal supo que su hija tenía autismo no se quedó de brazos cruzados y descubrió que había esperanza para las personas en su condición.

Si bien Miriam Inkenbrandt Gimal estaba feliz de convertirse en madre de Marce y Raquel, nunca esperó que su hija menor tendría autismo.

“El primer consejo sería, la intuición de madre no falla. Cuando tú sientes, antes de que realmente puedas ver que algo está pasando es porque algo esta pasando y hay que darle más atención a eso”, explicó Inkerbrant Gimal a People en Español. “Las señales más típicas son niños que hablan y dejan de hablar; niños que nunca hablan, que no miran a los ojos que no siguen instrucciones, que se autoagreden; tienen mucha distensión abdominal; que caminan de puntillas; que aletean los brazos. Que no tienen conexión con el entorno alrededor; que no son sociales; que ciertos ruidos o luces o texturas les molestan. Ahí te puedes dar cuenta de algunas de esas cosas”.

Pese a lo que puede pensarse, Mirima, en lugar de aceptar el diagnóstico desalentador para personas con esta condición mental, comenzó a buscar alternativas que pudieran ser de ayuda para mejorar las condiciones de vida de Raquel. “Siempre digo que nada es propio del autismo, que, hoy por hoy, cada vez que un padre va a un médico y se queja de algo; por ejemplo, mi hijo se autoagrede [dicen] ‘es que es por el autismo’. ‘Mi hijo no come o come tres alimentos, ah es porque es autista’. O ‘Mi hijo no va al baño, ah eso en normal en el autismo’”, advirtió. 

“Siempre todo se normaliza cuando en realidad, todos los síntomas que tiene una persona autista, tiene una posible raíz orgánica de ser, un problema médico y esto proviene de una microbiota disfuncional; una inflamación intestinal, que luego, sin duda, afecta el cerebro y por ende las conductas del niño”, continuó. “Entonces, vivo por el lema que un diagnóstico no es un pronóstico porque al momento que a mí me dijeron que Raquel [mi hija] no iba a salir adelante, que nunca iba a hablar, que nunca iba a ser independiente y empecé a buscar alternativas”.

Cortesía: Miriam Gimal Miriam Gimal e hijas Marce y Raquel

Cortesía: Miriam Gimal

Miriam Gimal e hijas Marce y Raquel

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La titular del podcast El autismo y Yo encontró diversas herramientas que ayudaron a su hija a mejorar. “Empecé a cambiarle la alimentación, quité todo lo procesado; empecé a darle alimentos que haya le hacían bien de manera personalizada. Maté muchos de los patógenos intestinales que Raquel tenía con diferentes médicos”, relató.

Cortesía: Miriam Gimal Miriam Gimal, su esposo e hijas Raquel y Marce

Cortesía: Miriam Gimal

Miriam Gimal, su esposo e hijas Raquel y Marce

“Luego hizo una terapia Mert que nos cambió la vida, conectándole el cerebrito de manera no invasiva. Raquel está como está porque hemos tratado a Raquel de una manera integral y eso es lo que quiero que el mundo sepa”, agregó. “La mejor manera de tratar a una persona autista es de manera integral, que no de varitas mágicas; que todo viene del intestino hacia arriba, que la alimentación es base y clave. Y que ya no estoy con ningún pronóstico”.

La experiencia de Miriam Inkenbrandt Gimal le ha permitido convertirse en coach integral de padres que tienen hijos con autismo y de ofrecer conferencias. Ahora, promueve en Latinoamérica el la terapia del Brain Treatment Center y está escribiendo un libro sobre sus vivencias con una hija que tiene esta condición. Este 2 de abril que se conmemora el día mundial del autismo es un buen momento para decirles a los padres que existen métodos que pueden darle a sus hijos una mejor calidad de vida, tal como ocurre con Raquel, quien ahora es una adolescente que puede valerse por sí misma en muchos aspectos.

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