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Linda Evangelista, deprimida, luego de que un tratamiento estético la deformara “de por vida”

Linda Evangelista, en una imagen de 2015
Gilbert Carrasquillo

Hace siete años que Linda Evangelista no pisa una alfombra roja. Sus últimos retratos posando datan de una fiesta de perfumes en Nueva York en junio de 2015. Los paparazzi la fotografiaron por última vez en septiembre de 2017, también en la Gran Manzana. No hay más: ni galas ni fiestas, ni siquiera bodas o funerales, y llama la atención porque la modelo de 56 años fue en los noventa uno de los máximos exponentes, junto a Cindy Crawford, Claudia Schiffer, Naomi Campbell, Christy Turlington y Elle McPherson. Hoy las otras top model siguen trabajando y tienen una gran exposición mediática. Evangelista desfiló para los más grandes, posó para los principales fotógrafos y protagonizó las portadas de cientos de revistas de moda, pero hace unos años desapareció.

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Hasta ahora... la canadiense contó abiertamente en un largo texto en su perfil de Instagram, donde tiene más de 900.000 seguidores, cuál fue su problema. Las consecuencias de un tratamiento estético la alejaron de la vida pública, al dejarla completamente deformada y, según ella, inhabilitada para seguir ejerciendo su profesión. “Hoy doy un gran paso corrigiendo un daño que he sufrido y que llevo guardándome para mí misma durante cinco años”, arranca Evangelista en su carta. “A todos mis seguidores, que se han preguntado por qué no he trabajado mientras que las carreras de mis colegas han ido en ascenso, la razón es que estaba brutalmente desfigurada por el procedimiento CoolSculpting de Zeltiq, que hizo lo contrario de lo prometido. Aumentó (no disminuyó) mis células de grasa y me deformó de forma permanente, incluso después de pasar por dos cirugías correctoras, muy dolorosas, sin éxito. Me han dejado, como ha descrito la prensa, `irreconocible´”, asegura la modelo, refiriéndose a un tratamiento usado de forma frecuente en muchos centros de estética y que está pensado para extraer grasa, de un modo similar a la liposucción, pero sin cirugía invasiva.

El aparato hace uso de la criolipólisis, es decir, utiliza temperaturas bajo cero y las aplica en las células grasas para eliminarlas, tanto en el cuerpo como en zonas del rostro y el cuello. Hay que hacer varias sesiones y sus efectos suelen verse en un par de semanas, según explica la médica española Paula Rosso, especialista en Medicina Estética. “Es un tratamiento caro, el precio de la sesión puede superar los mil dólares y se necesitan varias. El precio de una de estas máquinas puede sobrepasar los 100.000 dólares”.

La modelo afirma que ese procedimiento le ha provocado una enfermedad. “He desarrollado hiperplasia adiposa paradójica, o PAH [por sus siglas en inglés], un riesgo del que no me advirtieron antes de someterme al procedimiento”, asegura. Esa dolencia puede desarrollarse tras la criolipólisis. De hecho, en 2018 la revista oficial de la Sociedad Americana de Cirujanos Plásticos advirtió que esta podía ser una complicación “rara” después del tratamiento, y que en ese caso quedaría “una masa indolora, más agrandada, firme y bien delimitada”. Aunque el fabricante estimaba que esta hiperplasia solo se daría en 1 de cada 4000 tratamientos, según los cirujanos de EE.UU. ocurriría en un 0,72% de los casos, en 1 de cada 138 sesiones aproximadamente. En ese entonces se afirmaba que la enfermedad se podría tratar con una liposucción o con una abdominoplastia meses después del tratamiento, pero en el caso de Evangelista, al parecer, no ha funcionado.

“La PAH no solo ha destruido mi forma de ganarme el sustento, sino que me ha hecho caer en una honda depresión, una profunda tristeza y en las más bajas profundidades del autodesprecio”, cuenta Evangelista. “En el proceso, me he convertido en una ermitaña. Con esta demanda, doy un paso al frente para liberarme de la vergüenza y para hacer pública mi historia. Estoy muy cansada de vivir de esta manera. Me encantaría salir por la puerta con la cabeza alta, pese a que ya no parezca yo misma”.

Explica la médica Mar Mira, de la clínica Mira+Cueto de Madrid, que esta técnica “requiere una respuesta individual del paciente, ya que no es un acto quirúrgico de liposucción que quite de manera clara las células adiposas, por lo que no todo el mundo tiene los mismos resultados, ni igual en la misma zona”. Además señala que “la técnica de aplicación es muy importante, así como el mapeo de las zonas a tratar”, y que por tanto todo ello “influye en un buen o un mal resultado”. “Todo esto es un cóctel de variables que si no están bien controladas pueden llevar a un mal resultado”, asegura.

Para Rosso “el caso de Evangelista estaría dentro de las excepciones, de los casos raros”. “En vez de tratarlo con la misma tecnología se resuelve con liposucción, pero probablemente no haya tenido una buena solución en ella. Hay que ver cómo la han vuelto a tratar, no están detallados los tiempos, pero para esa cirugía hay que esperar al menos cuatro o seis meses” sostiene la especialista. Además reconoce que la información sobre el problema estético de la modelo se ha movido desde primera hora en diversos grupos de médicos del sector y cree que va a afectar de forma muy negativa al poderoso laboratorio Allergan (que compró la rama de estética de Zeltiq), su fabricante, tanto en sus ventas como en su imagen pública. De hecho, no descarta un juicio o un acuerdo extrajudicial que favorezca a la modelo: “Después de la cirugía ha tenido una deformidad y es permanente, puede demandar y ganar tranquilamente”.

Hasta el momento, desde Allergan no han brindado declaraciones a la prensa respecto de la situación que expuso la modelo.

El alegato de Evangelista en su cuenta de Instagram le hizo ganarse el apoyo de amigos y conocidos, y de muchas compañeras de profesión. Su amiga y colega Christy Turlington le decía: “Te queremos mucho”. Carolyn Murphy afirmaba: “Sos un ìcono enorme, una belleza eterna desde dentro hacia afuera. Estamos todos aquí para apoyarte y quererte”. “Dulce Linda”, escribía Karen Elson, “Te quiero, sos valiente y maravillosa”. Naomi Campbell la animaba: “Te aplaudo por tu valentía y tu fuerza. Por compartir tu experiencia y no seguir siendo una rehén. Sabés que te quiero. Te queremos, y estamos aquí para vos, siempre a tu lado. No me puedo imaginar el dolor mental que has debido pasar estos cinco años. Ya sos libre. Recordá quién sos y lo que has logrado y tu influencia en las vidas de todos a los que has tocado, algo que seguís haciendo al compartir tu historia. Estoy orgullosa de vos y te apoyo en cada paso que des”.

En estos años, Evangelista ha estado desaparecida del mundo de la moda e incluso de la sociedad; sus últimas noticias datan de 2012, cuando logró que el empresario François Henri Pinault, marido de Salma Hayek, le pagara una pensión por la manutención del hijo que tienen en común. Pero en los últimos años no ha habido imágenes ni información; solo ha sido noticia por no ser noticia, porque no apareció en el homenaje de Donatella Versace a las grandes tops (como Carla Bruni, Claudia Shiffer, Naomi Campbell, Cindy Crawford y Helena Christensen) en septiembre de 2017. De hecho, ni siquiera ella misma sube fotos propias a sus redes sociales. Sus últimos retratos, que son poco frecuentes, datan del verano de 2019.