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La forma de dormir de nuestros antepasados podría ayudar a los que hoy sufren de insomnio

Historiadores y antropólogos desmienten la teoría del sueño monofásico como un seguro de salud y aseguran que los despertares nocturnos son algo normal relacionado con la forma en que dormían nuestros antepasados. De hecho señalan que este tipo de sueño polifásico, fragmentado en varios ciclos a lo largo del día, puede ayudarte a superar el insomnio. (Foto: Getty)

Desde hace años damos por hecho que la fórmula para dormir bien y mantener nuestra salud consiste en dormir ocho horas del tirón cada noche. De hecho, la sociedad moderna consiera que el sueño consolidado -sin despertares- es la forma normal y correcta para que los adultos durmamos bien y nos mantengamos ¡sanos, y esto hace que la gente consulte al médico cuando se desvela por las noches por temor a tener insomnio u otros trastornos del sueño que perjudiquen su salud y calidad de vida.

Sin embargo, a lo largo de los años, los historiadores han cuestionado esta teoría del sueño tradicional monofásico, y plantean la posibilidadad de que no siempre las cosas hayan sido así. Es más, sugieren que dependiendo de la época y el lugar, los patrones de sueño variaban.

Couple in bed. 15th century. Engraving of
Couple in bed. 15th century. Engraving of "Miracles of Notre Dame". France. Colored engraving. (Photo by Ipsumpix/Corbis via Getty Images)

Es el caso de A. Roger Ekirch, un profesor de Virginia Tech en Blacksburg (Estados Unidos) conocido internacionalmente por su investigación pionera sobre los patrones de sueño preindustriales. Mientras Ekirch investigaba la vida nocturna en la Europa y América preindustriales, descubrió la primera evidencia de que muchos humanos solían dormir en segmentos: un primer sueño y un segundo sueño, con un descanso de unas pocas horas entre ellos para tener sexo, rezar, comer, charlar y tomar medicinas.

"Aquí había un patrón de sueño desconocido para el mundo moderno", cuenta a CNN Health en una artículo que repasa los hábitos de sueño a lo largo de la historia. Hasta entonces nadie se había parado a pensar en cómo dormían nuestros antepasados, y resulta que lo hacían de una forma muy diferente a la nuestra.

Si echamos la vista comprobamos que históricamente, tal y como señala la literatura científica, los seres humanos dormían de forma natural en dos fases distintas, con un período de vigilia que separa las dos fases. El tiempo de sueño se desarrollaba en un lapso de 12 horas. Comenzaban con 3 o 4 horas de sueño, seguidas de 2 o 3 de vigilia y, finalmente, dormían de nuevo hasta el alba.

Durante este período de vigilia, la gente estaba bastante activa. A menudo se levantaban, iban al baño o fumaban tabaco y algunos incluso visitaban a los vecinos. La mayoría de las personas se quedaban en la cama, leían, escribían y rezaban con frecuencia. También era el momento favorito para que los eruditos y poetas escribieran ininterrumpidamente, mientras que otros aprovechaban esos ratos para socializar o para mantener relacionales sexuales. Es más, hasta existían manuales que ofrecían oraciones especiales para llenar esos espacios entre sueños.

Ekirch decidió contarlo en su libro 'At Day's Close: Night in Times Past', donde descubrió más de 500 referencias a lo que desde entonces se ha denominado "sueño bifásico". Ekirch ahora ha encontrado más de 2.000 referencias en una docena de idiomas y retrocede en el tiempo hasta la antigua Grecia.

Por ejemplo, encontró múltiples referencias a un "primer" y "segundo" sueño en diarios, textos médicos, obras literarias y libros de oración. Un manual médico del siglo XVI en Francia aconsejaba a las parejas que el mejor momento para concebir no era al final de un largo día sino "después del primer sueño", cuando "disfrutan más" y "lo hacen mejor".

Estos trabajos demuestran que la práctica de dormir toda la noche no se afianzó hasta hace unos cientos de años, y evolucionó con la llegada de la iluminación eléctrica y la Revolución Industrial, que instauró el capitalismo y la idea de que dormir era una pérdida de tiempo que podría dedicarse mejor a trabajar.

Así lo corroboran otros estudiosos del sueño como Ben Reiss, autor de 'Noches salvajes: cómo domar el sueño creó nuestro mundo inquieto' y profesor y director del departamento de inglés de la Universidad de Emory en Atlanta, quien culpa a la Revolución Industrial y a la actitud de "dormir es para débiles" que engendró.

Sin embargo, retroceder en el tiempo y revisar la historia del sueño no solo revela detalles fascinantes sobre la vida cotidiana en el pasado, sino que el trabajo de Ekirch y otros historiadores y antropólogos está ayudando a los científicos del sueño a obtener una nueva perspectiva sobre lo que constituye una buena noche de sueño. También ofrece nuevas formas de afrontar y pensar en los problemas del sueño.

"Es valioso conocer este patrón previo de sueño en el mundo occidental", asegura Ekirch quien se muestra convencido de que "una gran cantidad de personas que hoy sufren de insomnio nocturno, no solo en los Estados Unidos sino en la mayoría de los países industrializados, en lugar de tener un trastorno del sueño, están experimentando un remanente muy poderoso, o un eco de este patrón anterior de sueño". No obstante, el profesor matiza que habla desde una perspectiva histórica y no como médico.

Y es que el sueño siempre ha estado vinculado a la salud física y mental (de ahí la expresión "necesito una noche de sueño reparador") y es un tema por el que la gente se preocupaba y obsesionaba también en el pasado. Tanto es así que los manuales de los doctores de la época estaban llenos de consejos sobre cuántas horas dormir y en qué postura, según cuenta Sasha Handley, profesora de historia en la Universidad de Manchester en el Reino Unido.

Las guías de referencia también enumeran cientos de recetas para ayudar a dormir bien por la noche que incluyen desde extraños rituales como quemar madera o partir una paloma y colocar cada mitad a cada lado de la cabeza, hasta baños relajantes con lavanda e infusiones de manzanilla.

Hoy en día, añade Handley, "el sueño está muy ligado a la digestión, las emociones, el estómago y, por lo tanto, a la dieta de las personas".

Curiosidades aparte, no todos los historiadores e investigadores coinciden en la importancia de los patrones de sueño ni creen en los beneficios del sueño segmentado.

"Me preocupa que los argumentos sobre supuestos patrones de sueño en el pasado (prolongados, bifásicos y con siestas durante el día) a veces se presenten como un posible remedio para nuestros trastornos del sueño modernos. Antes de sacar tales conclusiones, tenemos que hacer mucha más investigación sobre el tema", advierte Gerrit Verhoeven, profesor asistente de patrimonio cultural e historia en la Universidad de Amberes en Bélgica.

Por su parte, Russell Foster, profesor de neurociencia circadiana en la Universidad de Oxford, dice que "de acuerdo con los experimentos en laboratorios del sueño, cuando a los humanos se les da la oportunidad de dormir más tiempo, su sueño puede volverse bifásico o incluso polifásico", replicando lo que Ekirch encontró en los registros históricos.

Además, Foster señala que el sueño interrumpido se percibía como un problema menor en el pasado y que las expectativas modernas sobre lo que constituye una buena noche de sueño, dormir toda la noche durante ocho horas, no siempre eran útiles.

En este sentido, el neurólogo saca a relucir un punto importante durante la pandemia de Covid-19, y es que mucha gente se despertaba por la noche durante los cierres del confinamiento, pero esto no significaba necesariamente el final del sueño.

Lo más probable es que al tener más tiempo disponible para dormir (hay que tener en cuenta que estabamos encerrados en casa y no teníamos que madrugar tanto para llegar a tiempo a la oficina), el sueño se había expandido y no estaba restringido por una alarma. Así que nuestro propio cuerpo se regulaba solo.

"Si nos despertamos por la noche, es probable que el sueño regrese solo, si no se sacrifica por las redes sociales u otro comportamiento que lo hace estar más alerta o activa una respuesta al estrés", sugirió la investigación de Foster, quien también es autor de 'Life Time: The New Science of the Body Clock, and How It Can Revolutionize Your Sleep and Health', que se publicará en mayo de 2022.

Cuando nos depertamos en medio la noche estamos experimentando "un retroceso a una época en la que genuinamente dormíamos más". Debemos considerarlo algo normal y natural y no estresarnos. Foster recomienda hacer lo que nuestros antepasados: levantarse de la cama si te estás frustrando y participar en una actividad relajante mientras mantienes las luces bajas. Así que la próxima vez que tengas insomnio, mira el lado positivo. No es nada raro ni quiere decir que tengas un trastorno de sueño o un problema de salud. Simplemente es algo que nos viene dado.

"La flexibilidad y la variabilidad en los patrones de sueño bien pueden ser una adaptación de nuestro pasado ancestral", asevera David Samson investigador del sueño en la Universidad de Duke quien explicó en un estudio que la edad, la genética y los cronotipos junto con otros factores del entorno (sociales, culturares y ahora tecnológicos) también influyen en nuestro sueño.

Los expertos también dicen que ese comportamiento de "centinela" (que hace que te despiertes en medio de la noche) podría ayudar a explicar por qué los adolescentes tienden a quedarse despiertos hasta tarde, mientras que las personas mayores tienen más probabilidades de despertarse temprano en la mañana, tal y como publica Healthline.

Lo importante es que el conocimiento de que este comportamiento no es anormal podría ayudar a aliviar la ansiedad que nos generan los despertares nocturnos o el no poder dormir más y mejor.

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