Cuándo es realmente peligroso aguantarse las ganas de orinar

Nuestro cuerpo está preparado para aguantar las ganas de orinar pero en casos de retención del pis largos y habituales, pueden surgir algunos problemas. (Foto: Getty)
Nuestro cuerpo está preparado para aguantar las ganas de orinar pero en casos de retención del pis largos y habituales, pueden surgir algunos problemas. (Foto: Getty)

Siempre se ha dicho que hay que evacuar cuando el cuerpo te lo pide, pero en contra de la creencia popular, procrastinar a la hora de orinar no es dañino, al menos en la gran mayoría de los casos.

En el momento en el que la vejiga se llena a la mitad con líquido, envía una señal al cerebro de que es hora de orinar. Entonces el cerebro crea la necesidad de orinar mientras le dice a la vejiga que se aguante. No hay reglas estrictas sobre cómo y cuándo es seguro contener el pis. Algunas personas pueden ser más propensas a los efectos secundarios que otras.

En general, hay que tener claro que "la orina no es un líquido estéril y el almacenamiento excesivo y prolongado dentro de la vejiga va a favorecer el crecimiento de bacterias y provocar infecciones urinarias de repetición”, según explica a CuidatePlus Blanca Madurga, miembro de la Asociación Española de Urología (AEU).

No obstante, a una persona joven que está trabajando o haciendo las tareas de su hogar y aguanta para ir al baño porque está ocupado respondiendo correos y llamadas o atendiendo a su hijo, no le va a pasar nada.

La cosa cambia cuando hay patologías de infecciones urinarias previas, vejigas hipoactivas por cuestiones neurológicas o por diabetes. Entonces sí puede haber consecuencias al retener frecuentemente la orina y causar infecciones como la cistitis, piedras en el riñón y hasta disfunciones del sistema urinario. También pueden aparecer síntomas habituales que pasan desapercibidos y no asociados a este 'mal' hábito como sentir dolor pélvico, escalofríos o cansancio. Asimismo hay que sospechar que algo no anda bien al sentir un dolor agudo en el costado, la cintura o en un lateral de la barriga, síntomas inminentes de un cólico nefrítico.

En todos estos casos, el consejo de no aguantar el pis demasiado tiempo sí que tiene sentido; sobre todo cuando el individuo tiene un historial de infecciones urinarias frecuentes. Pero si la personas está sana, aguantar voluntariamente las ganas de ir baño no produce una infección urinaria. Tiene que haber otros varianes y problemas adicionales para que esto ocurra.

Otro efecto secundario no deseado de aguantarse a menudo las ganas de orinar, que aparece sobre todo a partir de cierta edad, es la incontinencia urinaria, ya que puede dañar los músculos del suelo pélvico. Uno de estos músculos es el esfínter uretral, que mantiene la uretra cerrada, para evitar que la orina se escape.

Cuando la vejiga está muy llena la tos, los estornudos, la risa o los saltos pueden llegar a causar fuga. Los encargados de evitar que esto ocurra son los músculos del suelo pélvico, que mantienen la región sellada hasta que estés listo para ir. Dañar este músculo podría provocar incontinencia urinaria.

También podemos desarrollar una vejiga hipnótica o flácida, con menos fuerza.“Retener la orina de forma sistemática también puede aumentar el tamaño de nuestra vejiga, es decir, que nunca termines de vaciarla”, explica a La Vanguardia el doctor David Salinas, urólogo del Centro Médico Teknon.

Para que te hagas un idea, el impulso de orinar aparece cuando hay alrededor de 150 a 200 mililitros dentro de la vejiga. Entonces, el líquido se retiene por la acción de dos músculos: el esfínter, que se contrae para evitar la salida de la orina, y el detrusor. En principio, estos músculos se regulan de forma inconsciente, pero conforme aumenta la cantidad de líquido, es necesario hacer un mayor esfuerzo. Aunque la presión es soportable, al llegar a los 400 o 500 mililitros se vuelve incómodo.

Y es que si bien el cerebro puede dar la orden de aguantar y la vejiga puede seguir estirándose, hay un límite. Por encima de los 1000 ml, la vejiga puede llegar a romperse y requerir cirugía reparadora. Aunque la mayoría perdería el control de la vejiga antes de que esto pasase, pero podría darse en casos muy raros.

Es importante señalar que si esta retención se da a menudo y en un grado importante (por encima de las cantidades señaladas), "las infecciones pueden provocar cálculos en los riñones e incluso en la vejiga (litiasis) o favorecer el reflujo de la orina. Es decir, que esta vuelva a los riñones y dilatarlos", tal y como indica el Dr. Salinas.

No obstante, el urólogo quiere dejar claro que “Aguantar la orina alguna vez porque estás en el coche o no puedes ir al baño no es malo, siempre y cuando no se convierta en una costumbre o algo crónico. Ahora bien, estar todo el día fuera de casa y no ir hasta que vuelves, sí que puede provocar unos daños en la vejiga y ser motivo de infección, sobre todo para las mujeres que tienen la uretra más corta”.

Por otro lado, los especialistas señalan que el envejecimiento y los cambios neurológicos que produce en el cerebro pueden reducir la capacidad de coordinar las contracciones de la vejiga y el esfínter durante la micción o de sentir que la vejiga necesita vaciarse.

De hecho, con la edad, la próstata de los hombres se agranda naturalmente. En algunos casos, este agrandamiento no canceroso (benigno) comprime la uretra y dificulta el paso de la orina. El músculo detrusor hace un mayor esfuerzo para vaciar la vejiga. Esto puede desencadenar la hiperactividad. Por eso, no es recomendable aguantarse las ganas de orinar a partir de los 60 años, como una medida preventiva para no dañar la vegija y reducir las opciones de vejiga hiperactiva en la vejez.

Hay otros factores que debemos conocer para dejar de aguantarnos las ganas de orinar. Por ejemplo, tener sobrepeso aumenta la presión en la vejiga. La obesidad también puede reducir el flujo de sangre y dañar las conexiones nerviosas a la vejiga. Si estás pasado de kilos, no retrases el momento y cuando tengas de orinar ve al bañp.

Durante los embarazos también conviene respetar las necesidades urinarias del cuerpo. El volumen urinario aumenta en las mujeres embarazadas porque circula más sangre en el cuerpo de la mujer que va a ser madre; por lo tanto, las mujeres embarazadas en general necesitan vaciar la vejiga con más frecuencia, tanto de día como de noche.

Además, durante la gestación, la fuerza de la gravedad puede hacer que los órganos del piso pélvico caigan o se muevan (prolapso) y esto incentiva la presión sobre la vegija y las ganas de orinar. En esta etapa no se recomienda aguantarse las ganas de ir al baño. Sobre todo en el último trimestre, ya que el peso tensa los músculos y los nervios del piso pélvico. De hecho es frecuente que haya pérdidas.

En la menopausia (cuando se interrumpe permanentemente la menstruación), las mujeres sufren una disminución significativa en el nivel de estrógenos. Sin una cantidad suficiente de estrógeno, los tejidos de la vejiga, la uretra y los músculos pélvicos se atrofian y se vuelven más delgados y secos. Esto puede debilitarlos y hacerlos más susceptibles a la irritación, lo que puede provocar urgencia y frecuencia en la micción. Con lo que aguantarse en esta etapa tampoco es aconsejable.

En definitiva, más allá de la evidente incomodidad y del riesgo que puede generar para las personas con patologías, aguantar la orina no tiene por qué generar problemas si se hace de manera puntual o esporádica, pero sí puede llegar a causarlos si lo hacemos de forma habitual.

Esto es justamente lo que hay que tener claro, que contenernos durante periodos prolongados y de forma repetida puede llegar a causar problemas. Por tanto, a la hora de aguantarnos el pis debemos escuchar a nuestro cuerpo y ser conscientes del momento vital en el que estamos.

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