La consecuencia más desconocida del colesterol alto

Getty

A veces no somos conscientes de las cosas que nos están pasando hasta que nos topamos con ellas de narices. Pero con los años y el proceso natural del envejecimiento, las cosas van saliendo y ¡zas! De repente, en un chequeo rutinario empiezan a salir valores descompensados que tendríamos que tomarnos en serio ya que son llamadas de atención que nuestro cuerpo nos envía. Es lo que suele pasar con el colesterol, todo va bien hasta que un día salta la liebre.

El colesterol, al igual que sucede con la diabetes y la tensión alta o hipertensión, pertenece al grupo de enfermedades silenciosas debido a que apenas presenta síntomas. Por eso normalmente no somos conscientes del peligro real que conlleva ir por la vida con las arterias obstruidas ni de todas las derivaciones que puede provocar, desde ataques del corazón a ciertos tipos de ictus.

Algo así le ha pasado al pintor español Antonio López que contaba, en una entrevista reciente, cómo va sorteando los achaques de la edad (85 años y en activo) y revelaba -"por si alguien le puede ayudar"- que está operado de la garganta por no cuidar el colesterol. Me llamó la atención esta frase: "Tenía obstrucciones en las carótidas por no cuidarme el colesterol".

Es fácil asociar el colesterol con el riesgo cardiovascular y las enfermedades del corazón porque llevamos años oyendo hablar de ello, pero nos cuesta más asociarlo con otros problemas y vincularlo a daños en otras partes del cuerpo.

Sin embargo, la enfermedad de las arterias carótidas es similar a la enfermedad de las arterias coronarias (mucho más conocida), en la que se produce una acumulación en las arterias del corazón y puede causar un ataque cardíaco. Solo que la de las carótidas ocurre cuando esos depósitos de grasa (placas) bloquean los vasos sanguíneos que suministran sangre al cerebro y a la cabeza (arterias carótidas). Un problema serio ya que las arterias carótidas son las responsables de aproximadamente el 30 por ciento de los infartos cerebrales.

Si tienes demasiado colesterol en la sangre, este puede combinarse con otras sustancias como residuos celulares, proteínas y calcio y formar la temida placa que se 'pega' a tus arterias. Pero el colesterol no es malo de por sí (los son las lipoproteínas de baja densidad -LDL, por sus siglas en inglés-, que llevan el llamado 'colesterol malo' a las células).

También hay que aclarar que todo el colesterol que circula por nuestra sangre no proviene de los alimentos, sino que produce en el hígado, y el problema es que, aunque varios órganos lo necesitan, su acumulación excesiva genera daños irreparables y, de hecho, podría convertirse en un asesino potencial. Pero es sólo un componente más, junto con el calcio y otros desechos, de la placa que podría obstruir tus arterias, provocando ataques del corazón y ciertos tipos de ictus.

(Foto: Getty)
El soplo o silbido (silbido) que tu médico oye al escuchar tu arteria con un estetoscopio podría ser un signo de que se te ha acumulado el colesterol 'malo' y tienes la enfermedad de las arterias carótidas. (Foto: Getty)

Aclarado esto, volvamos a tema, cuando la placa se pega a las paredes de sus vasos sanguíneos y se acumula aparece la arterioesclerosis, una condición ligada a la enfermedad de las arterias coronarias, la que puede estrechar o incluso bloquear dichas arterias.

El LDL se considera “malo” porque es el encargado de transportar el colesterol a los tejidos y cuando sus valores son elevados penetra en las arterias, formando las de aterosclerosis. Las placas de aterosclerosis pueden llegar a producir obstrucciones al flujo sanguíneo y causar angina de pecho, falta de riego en el cerebro o en las piernas, pero además en caso de inestabilizarse bruscamente pueden favorecer la formación de un trombo que ocluya completamente el riego sanguíneo, lo que se manifiesta como un infarto agudo de miocardio, un infarto cerebral o una isquemia aguda de una extremidad.

Cuando esa grasa, colesterol 'malo' y otras sustancias se acumula y forma a lo largo de las paredes de las arterias carótidas, un par de vasos sanguíneos ubicados en ambos lados del cuello que proporcionan sangre al cerebro y cabeza, puede provocar una obstrucción parcial que se denomina estenosis (estrechamiento) de la arteria carótida. Y a su vez, una obstrucción en la arteria carótida puede reducir el riego sanguíneo al cerebro. Si el cerebro no recibe suficiente sangre puede ocurrir un accidente cerebrovascular. En otras ocasiones, un trozo de placa puede desprenderse y bloquear otra zona de influencias de las arterias.

Se entiende mejor al conocer el recorrido de las dos arterias carótidas comunes, que como decía se extienden hacia la cabeza a cada lado del cuello. La izquierda se origina en el arco de la aorta sobre el corazón. A la derecha se origina el denominado tronco braquiocefálico, que es la rama de mayor tamaño del arco de la aorta. A su vez, cada arteria carótida común se divide en una arteria carótida interna y otra externa.

Es decir que la acumulación de esos depósitos de grasa o placa puede estrechar significativamente una zona concreta de las arterias carótidas, haciendo que un coágulo sanguíneo se quede atascado, o si la placa se desprende de las arterias carótidas podría viajar hacia el cerebro y bloquear los vasos sanguíneos que le proporcionan sangre al cerebro (obstruyendo en este caso una arteria cerebral) o dañando otros tejidos cercanos.

Algunas señales de una arteria bloqueada en el cuello serían entumecimiento o debilidad repentinos en el rostro o en las extremidades (por lo general, en un solo lado del cuerpo), mareos repentinos o pérdida del equilibrio, dificultades repentinas para hablar o comprender, para ver con un ojo o con ambos, y dolor de cabeza severo y repentino sin causa conocida.

No obstante, es posible que no tengas ningún síntoma de colesterol alto que pueda vincularse a la enfermedad de las arterias carótidas, sino que simplemente la placa se va acumulando en las arterias con el tiempo, sin dar ninguna señal, hasta que un día te da un ataque isquémico transitorio (AIT) o un derrame cerebral.

Los riesgos aumentan conforme tenemos más años y ocurre por lo general más en hombre que en mujeres. Se considera como la tercera causa de muerte a nivel mundial. Los factores principales de riesgo son los elevados niveles de colesterol y triglicéridos, presión arterial elevada, obesidad, diabetes, sedentarismo o antecedentes familiares.

Por eso es importante conocer los niveles de colesterol, y acudir al médico con regularidad para hacerse exámenes físicos. El médico puede escuchar las arterias de tu cuello con un estetoscopio. Si se escucha un sonido anormal, llamado 'soplo', sobre una arteria, puede reflejar un flujo sanguíneo anormal. Eso podría indicar una enfermedad de la arteria carótida.

La ecografía de cuello también sirve para detectar el estrechamiento de la arteria carótida. La presencia de placa aterosclerótica en la arteria carótida es un predictor de riesgo futuro de enfermedad cardiovascular. Pero cuando la cantidad no es grave, la atención se centra en el tratamiento farmacológico, no en la cirugía. La progresión está asociada con varios factores, como la diabetes y el tabaquismo. La cantidad inicial de bloqueo también es importante. Se recomiendan medicamentos para reducir el colesterol, aspirina y control de la presión arterial.

Para muchos pacientes, los medicamentos y los cambios en el estilo de vida (por ejemplo, disminuir las grasas saturadas, en particular) pueden ayudar a reducir la acumulación de placas en las arterias.

La cirugía se 'reserva' para los casos más graves. Durante este procedimiento, un cirujano hace un corte en el cuello justo debajo de la mandíbula, luego abre la arteria carótida y retira con cuidado la placa. Luego, el cierra la arteria, con un parche, y la incisión con suturas.

Cómo puedes ayudar a 'desbloquear' naturalmente tus arterias carótidas

Es difícil eliminar la placa de las paredes arteriales. De hecho, es casi imposible sin el uso de un tratamiento invasivo. En cambio, puedes llevar a la práctica algunas medidas para intentar detener el desarrollo de placa y prevenir la acumulación de placa en el futuro. Ojo, siempre teniendo en cuenta que todos estos pasos pueden contribuir a reducir las placas, pero no eliminarán las placas existentes.

  • Sigue una dieta saludable para el corazón añadiendo más grasas buenas a tu dieta, las insaturadas. Por ejemplo, aceitunas, nueces, aguacate y pescado.

  • Restringe las fuentes de grasas saturadas como la mantequilla, los quesos, los embutidos, la yema del huevo, las vísceras y las carnes muy rojas, ya que incrementan los niveles de cLDL. Mejor opta por cortes de carne magra e intenta comer más comidas a base de plantas

  • Aumenta la ingesta de fibra (verduras, legumbres y avena).

  • Reduce el consumo de azúcar.

  • Deja de fumar y de beber alcohol.

No obstante, desde la SEC señalan que, "el hígado fabrica el 80 por ciento del colesterol que hay en el organismo, mientras que el 20-25 restante se obtiene a través de la ingesta de alimentos de origen animal, ricos en grasas saturadas. Este 20-25 es el escaso margen disponible para controlar tanto la cantidad total de colesterol, como la proporción de colesterol “bueno” y la de colesterol “malo”, presentes en el organismo".

Por tanto para lograr mantener las cifras deseadas de colesterol, recomiendan practicar ejercicio físico de forma regular, "porque aumenta los niveles de cHDL", bajar de peso (en caso de necesitarlo) y tomar la medicación (estatinas u otros fármacos) que prescriba el médico para reducir los niveles de colesterol cLDL en los casos en que sea necesario, como el de los pacientes con hipercolesterolemia familiar, una enfermedad hereditaria por la que se tiene el colesterol elevado desde el nacimiento.

Más historias que pueden interesarte:

Colesterol: cómo frenar la enfermedad genética más frecuente

El colesterol malo, un defecto genético (asociado al infarto e ictus) que se transmite de padres a hijos