El veneno oculto cuando comemos pescado: cuáles y cuánto debemos consumir para que no sea tóxico

Botella de plástico con forma de pez (Foto:Getty)
Botella de plástico con forma de pez (Foto:Getty)

La anchoa, ese pedacito de proteína salada que le da un toque de pasión a las pizzas, es un pececito que cuando está en el mar, y se consigue una partícula de plástico, se la come, y como este, otras decenas de especies de peces se están acostumbrando a alimentarse de esta forma poco saludable porque están convencidos de que se trata de comida de verdad.

Pero el problema no es solo el plástico, el mercurio también se ha encontrado en muchos peces que terminan en las mesas de millones de personas como por ejemplo el popular atún, que por sus grandes dimensiones es capaz de acumular una buena cantidad de este metal.

Puede entonces parecer irónico que muchas personas decidan comer pescado porque se supone que es una opción saludable y resulta que cuando ese pez no había llegado a la mesa y nadaba libremente por el mar, se alimentaba de plásticos con aderezo de mercurio y otras sustancias no menos nocivas.

Sin embargo, la solución no es quitar el pescado del menú. Lo más recomendable es conocer cuándo, cuál y cuánto comer.

Atención al cazón y al tiburón

Por ejemplo, las embarazadas y los bebés, deberían evitar los pescados depredadores como los tiburones o sus familiares cazones, como lo advierte el profesor de Salud Pública de Harvard, Philippe Grandjean que ha analizado el efecto del mercurio en la dieta.

Sobre este punto en especial, Grandjean dice que el mercurio que se consume a través del pescado es un contaminante preocupante “porque una vez que ha hecho daño al cerebro en desarrollo, el niño tendrá que vivir con eso por el resto de su vida”.

Además, del atún, el cazón y el tiburón son los pescados con los niveles más altos de mercurio pero eso no significa que haya que dejar de comerlos, solo que hay que dosificar su consumo. (Foto:Getty)
Además, del atún, el cazón y el tiburón son los pescados con los niveles más altos de mercurio pero eso no significa que haya que dejar de comerlos, solo que hay que dosificar su consumo. (Foto:Getty)

Y estos daños pueden ir desde problemas en el desarrollo del lenguaje hasta capacidad de atención.

¿El resto de la población puede comer pescado? Sí puede, pero no todos los días. Todos los excesos son malos y por ello hay que dosificar el consumo de una proteína que en pocas o grandes cantidades contiene sustancias contaminantes.

La FDA recomienda a los adultos comer más de 340 gramos de pescado divididos en dos comidas por semana de peces o mariscos, menos, en el caso de las embarazadas, cuando hay que bajar la cantidad a unos 230 gramos por semana.

La médico estadounidense Jane Hightower observó que algunos de sus pacientes presentaban pérdida del pelo, náuseas, debilidad y “niebla cerebral”, una serie de síntomas asociados al “envenenamiento por mercurio” y pudo confirmar que estas personas comían pescado con mucha frecuencia, sobre todo del tipo depredadores, esos que están ubicados en lo alto de la cadena alimenticia marina.

Entonces, los pescados con mayores niveles de mercurio son el cazón, la raya, la barracuda, el pez espada y el atún rojo, mientras los que menos, la sardina, la curvina, la dorada y también el boquerón y el calamar, según coinciden varios estudios.

La contaminación de los mares con restos de plástico es un problema que no para de crecer (Foto:Getty)
La contaminación de los mares con restos de plástico es un problema que no para de crecer (Foto:Getty)

Como una plaga

El plástico es como una plaga moderna que persiste a pesar del tiempo y no hay remedio que la cure.

En la playa nos topamos con restos visibles de plástico como el que sostiene el paquete de seis cervezas, el tubo de crema de bloqueador solar, los vasos o las bolsas.

Ya adentro, en el mar, están los microplásticos, los minúsculos pedazos que se han desprendido de esa basura e incluso de la ropa que metemos en la lavadora.

Un reporte de Naciones Unidas asegura que el plástico es la fracción más grande, más dañina y más persistente de los desechos marinos y conforma 85 % o más del total de los desperdicios.

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En el mar, el 90 % de los desperdicios plásticos miden menos de 10 milímetros de largo, lo que los hace tener una aspecto comestible y que tras mucho tiempo de vida marina, han adquirido incluso un olor apetecible para muchos peces incautos y algunas aves marinas.

En efecto, un estudio de 2017 de científicos de la Universidad de California demostró que esos restos plásticos que se habían hecho pequeños en los ires y venires del mar, fueron cubiertos por algas, lo que les proporcionaban un buen disfraz que les daba un apetitoso aroma y por eso terminaban en las tripas de los peces.

Los científicos informaron que las anchoas forman parte de un gran grupo de unas 700 especies marinas que comen plástico.

En 2021 investigadores de la Universidad de Stanford publicaron otro estudio en el que no solo confirmaron que una buena cantidad de especies de peces comen plástico sino que además este problema va en crecimiento.

En este estudio se observó que una tercera parte de las especies de peces analizados consumen plástico, pero también se vió que 148 especies no lo hacen, un hallazgo que abre las puertas a nuevas investigaciones para conocer por qué hay unos peces más vulnerables a comer esta verdadera comida chatarra.

De acuerdo con esta investigación, los peces de las aguas del Este de Asia mostraron el mayor nivel de ingestión de plástico, lo que resultó “especialmente preocupante” porque la comida del mar ayuda a alimentar, en esa área, a dos billones de personas, aproximadamente.

Sin embargo, el líder de este análisis científico, Matthew Savoca, aseguró que hay “poca evidencia” de que sea un verdadero riesgo para los humanos comer peces que han ingerido plástico, aunque otras investigaciones dicen lo contrario.

Más recientemente, a principios de este año, se dio a conocer otro estudio en el que se determinó que los peces capturados en los lagos de Estados Unidos están cargados de las sustancias químicas perfluoroalquiladas o polifluoroalquiladas (PFAS) que son utlilizadas desde la década de 1940 para revestir empaques de comida y otros productos y que son altamente contaminantes.

En esta investigación, desarrollada entre 2013 y 2015, se analizaron más de 500 muestras de ríos y lagos a lo largo de Estados Unidos y se observó que los niveles de PFAS fueron 278 veces más altos que los que se consiguen en los pescados que se venden en los comercios.

A las PFAS, son conocidos trágicamente como los químicos “para siempre” porque son muy difíciles de eliminar, y se han detectado en la sangre de 98 % de los estadounidenses.

Es por eso que en marzo pasado la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) propuso límites para reducir sus niveles en los sistemas de aguas públicos.

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Casi todos los peces contienen trazas de mercurio (Foto:Getty)
Casi todos los peces contienen trazas de mercurio (Foto:Getty)

A diferencia del plástico, el mercurio se puede conseguir en el agua sin la intervención de los humanos pues es producto de la actividad volcánica o la erosión de las rocas.

Entonces, casi todos los peces y mariscos contienen trazas de mercurio y cuando son especies pequeñas éstas se convierten en la comida de las de mayor tamaño y es por eso que los más grandes, como los tiburones o el pez espada, terminan acumulando más metal.

Sin embargo, la mano humana ha incrementado exponencialmente la presencia del metal en las aguas.

El mercurio orgánico o metilmercurio es una de las formas que adquiere este metal al ser liberado a la atmósfera y se ha encontrado en el tejido adiposo de los grandes peces como el pez espada, por ejemplo.

Aún se analizan las consecuencias para el ser humano de comer carne de un pescado que ha tragado microplástico, pero sí ha sido ampliamente conocido y estudiado que el mercurio es capaz de generar afectaciones, no solo en quien lo ingiere sino también en una posible vida que se encuentre en gestación.

Se ha confirmado que este mercurio orgánico, en cantidades superiores a las recomendadas, afecta a los riñones y al sistema nervioso central. Al ser capaz de disolverse bien en la grasa, atraviesa la placenta y la barrera entre la sangre circulante y el tejido cerebral.

Puede provocar alteraciones en el normal desarrollo del cerebro de los lactantes e inducir cambios neurológicos en los adultos.

En 2017 la Academia Americana de Neurología publicó una investigación que relaciona el comer pescados y mariscos con altos niveles de mercurio con un mayor riesgo de sufrir la enfermedad llamada esclerosis lateral amiotrófica (ELA).

Pese a las posibles sustancias tóxicas que pueda contener, el pescado es una proteína recomendada (Foto:Getty)
Pese a las posibles sustancias tóxicas que pueda contener, el pescado es una proteína recomendada (Foto:Getty)

Todo lo que se ingiere tiene consecuencias en el organismo, y esto aplica para los humanos y para todos los seres vivos. Entonces, los pequeños pedazos de plástico o microplásticos que se tragan los peces, tendrán también sus efectos en la cadena alimenticia.

Estas pequeñas partículas pueden inducir, en los peces comedores de plástico, daño a su material genético, cambios en el comportamiento, deterioro reproductivo, mortalidad, disminución en la tasa de crecimiento de la población de la especie, entre otros.

También se ha confirmado que muchos de los microplásticos ingeridos, no permanecen en los estómagos de los peces, sino que pueden pasar a los tejidos comestibles por los humanos, es decir, a la carne.

A este proceso que llevó el plástico a los músculos del pez se le llama “internalización microplástica” y es que el enciende las alarmas acerca de la posibilidad de que los humanos se estén alimentando de un material sintético pensando que se están comiendo un pescado muy sano.

Como es lógico suponer, los riesgos que tiene para las personas el comer pescados que tienen plástico, exceso de mercurio u otras sustancias nocivas, se incrementan cuando esta es la proteína principal de los platos la mayor parte de la semana.

Pero, pese a que estas sustancias tóxicas se están infiltrando en los bondadosos peces, los científicos recomiendan esta fuente de proteína por encima de las que brindan las carnes rojas o el pollo, y aseguran que los beneficios de comer pescado siempre serán superiores que los riesgos que puedan tener el contenido de mercurio, microplásticos y otros químicos.

Comer pescado aporta buenos nutrientes entre los que se cuentan los ácidos grasos omega-3, que son un tipo de grasa que ayuda a mantener sano el corazón y fortalecer las neuronas, entre otros beneficios.

Estos ácidos grasos omega-3 deberían representar del 5 al 10 % de las calorías totales que consumimos.

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