Un grupo de pediatras se traga piezas de Lego para estudiar qué pasa

A primera hora de la mañana, con el desayuno y ayudados por un vaso de agua, seis pediatras australianos y británicos procedieron a ingerir la cabeza de un muñeco de Lego para estudiar las consecuencias de la acción en sí. Y lo que descubrieron es que en la mayoría de los casos igual que entró salió sin mayor problema y que los padres no deberían alarmarse tanto cuando quienes se lo tragan son sus hijos.

Pediatras británicos y australianos se tragan una cabeza de Lego para estudiar sus efectos y descubren que no pasa nada, que según entra, sale sin causar problemas. (Gettu Images: Jeff J Mitchell/Getty Images)
Pediatras británicos y australianos se tragan una cabeza de Lego para estudiar sus efectos y descubren que no pasa nada, que según entra, sale sin causar problemas. (Gettu Images: Jeff J Mitchell/Getty Images)

El objetivo de esta acción, la de tragarse una pieza de Lego, era comprobar en primera persona qué ocurre cuando un niño ingiere partes pequeñas de juguetes, algo que es muy común. Según señala The Guardian, se trata del segundo objeto extraño más habitual cuando de niños y tragarse cosas se trata. Una vez ingerido, los investigadores controlaron el tiempo que la cabeza de Lego -que mide unos 10 milímetros por 10 milímetros– tardó en ser expulsada por su organismo.

Para comprobarlo, como es evidente aunque un tanto escatológico, lo que tuvieron que hacer fue controlar sus heces en busca de la pieza. Las conclusiones de la investigación, que responde, según los autores de la misma, a la “noble tradición de auto-experimentación”, fueron que las cabezas pasaban por su organismo sin mayor problema y salían en entre uno y tres días después.

Ninguno de los sujetos de estudio sufrió dolores o cualquier otro síntoma adverso como consecuencia del experimento. Tampoco afectó a la consistencia de las heces. La media de expulsión fue de 1,7 días. El que más rápido lo logró fue en 1,1 días y el que más necesitó fueron tres días. Hubo un pediatra que nunca encontró su pieza pese a que estuvo buscándola durante dos semanas.

Los resultados de la investigación han sido publicados en el número especial de Navidad de la revista Journal of Paediatrics and Child Health que, según The Guardian, se hace eco habitualmente de “estudios extravagantes”.

Grace Leo, una de las participantes, ha declarado que esperaban que los resultados tranquilizasen a los padres y que cuando un niño se traga una pieza pequeña de un juguete lo normal es que acabe expulsándola sin que haya que alarmarse. Salvo, aclara según The Guardian, cuando se trate de objetos afilados, más largos de 5 centímetros o más anchos de 2,5 centímetros. En esos casos y cuando el pequeño exprese síntomas de dolor o malestar, sí que hay que preocuparse y buscar atención médica.

“Pero la mayoría de los objetos pequeños, lisos, de plástico pasarán fácilmente. Si los padres no están seguros, deben buscar atención médica”, puntualizó. Aunque a ellos les salió bien y no tuvieron problemas, Leo ha desaconsejado que otro hagan la prueba en casa.

Lo que se señala en el informe es que “es probable que los objetos pasen más rápido en un intestino más inmaduro” como el de los niños que en el de los participantes en la prueba, adultos todos.