La leyenda del presidente de EEUU que se quedó atascado en la tina de la Casa Blanca (y su obsesión con el baño)

Si se le pregunta a una persona común, en la calle de alguna ciudad de Estados Unidos, qué puede decir del presidente William Taft, probablemente tendrá poco o nada que mencionar. Es posible, incluso, que ni siquiera lo identifique como un mandatario estadounidense. Fuera de Estados Unidos el nombre de Taft resulta mayormente desconocido.

Y, en realidad, la historia más famosa que se ha vinculado con Taft sería falsa o, al menos, dudosa, sin evidencia de que haya sucedido, y un tanto grotesca. Es la que cuenta que Taft era tan gordo que, durante su estancia en la Casa Blanca, se quedaba atascado en la tina de baño al grado de que necesitaba ayuda para salir de ella.

William Howard Taft fue presidente de Estados Unidos entre 1909 y 1913. (Library of Congress/Corbis/VCG via Getty Images)
William Howard Taft fue presidente de Estados Unidos entre 1909 y 1913. (Library of Congress/Corbis/VCG via Getty Images)

William Howard Taft (1857-1930) fue presidente de Estados Unidos entre 1909 y 1913, en un periodo singular en la historia: presidió al país en un momento en que la expansión industrial y comercial lo había ya colocado como la principal economía del mundo, aunque en términos geopolíticos el referente del poder global eran aún las potencias de Europa, que poco después se desangrarían en la Primera Guerra Mundial, alterando con ello drásticamente el orden internacional, con repercusiones aún hoy vigentes.

Como presidente, a Taft se le ha considerado una figura de “media tabla”, lejos del reconocimiento y la admiración que suscitaron mandatarios anteriores como George Washington, Abraham Lincoln, Theodore Roosevelt o de la fama de figuras posteriores como Franklin Roosevelt, John Kennedy o Ronald Reagan. Por otro lado, Taft tiene entre sus logros personales el ser la única persona que ha sido presidente de Estados Unidos y, también, presidente de la Corte Suprema de ese país, entre 1921 y 1930.

Taft fue escogido en 1908 como su sucesor directamente por el entonces presidente Theodore Roosevelt, pese a que estaba renuente y tenía una preferencia por ser designado a la Corte Suprema. Se dice que fue su esposa Nellie Taft quien finalmente lo convenció, impulsada por el deseo de convertirse en Primera Dama y vivir en la Casa Blanca. Y fue durante el mandato de Taft que se instaló la famosa Oficina Oval del presidente estadounidense.

Pero, ¿realmente se quedaba atorado Taft en la bañera?

Taft era ciertamente voluminoso. Al comienzo de su mandato, en 1909, pesaba 353 libras (160 kilogramos) y parece plausible que una persona de ese tamaño tuviese dificultades para levantarse y salir de una tina de baño.

Pero como comentó Alexis Coe en The New York Times no hay evidencia de que esa supuesta anécdota sea cierta. Eso no ha impedido que esa historia se haya vuelto famosa y que incluso un libro para niños, titulado ‘President Taft is Stuck in the Bath’ (‘El presidente Taft atorado en la bañera’), aborde el asunto con humor y curiosas ilustraciones de un Taft no solo atorado sino desparramado en una pequeña bañera y al que se debe cubrir de mantequilla para ayudarlo a salir de su atasco.

Coe comenta en su artículo que ha buscado evidencia para dilucidar si Taft realmente pasó por momentos de esa naturaleza, y no ha hallado nada que lo confirme de modo rotundo. Sí identificó a un ujier y mayordomo de la Casa Blanca, Irwin Hoover, que laboró allí durante 42 años, que en sus memorias contó que el presidente necesitaba siempre de ayuda para salir de la bañera. Si estaba atorado o si simplemente se le daba una mano para levantarse no se especifica, por lo que aunque ese testimonio vuelve plausible la noción de Taft atascado, tampoco la confirma.

Pero si realmente Taft se quedaba siempre atorado en la bañera, ¿no habría ameritado eso más que una mención vaga en las memorias de Hoover? Quizá el mayordomo no quiso divulgar la historia completa por respeto a la memoria del presidente, o quizá todo se limitó a una asistencia común y corriente y no había nada más que resaltar. No hay modo de saberlo, pero la imagen de Taft en la bañera ciertamente se quedó atascada en el imaginario estadounidense.

Otro dato que pone todo ello en duda es que, en realidad, la bañera que Taft tenía en la Casa Blanca era muy grande y por ello, aunque quizás necesitara ayuda para levantarse al terminar su baño, el presidente no se habría quedado atascado en ella.

Según se relata en History.com, en el barco que llevó a Taft a Panamá en 1908, cuando era presidente electo, se instaló una gran bañera de porcelana especialmente creada para el uso del voluminoso mandatario. Una foto muestra la que sería esa bañera, de dos metros de largo y con espacio suficiente para albergar dentro a cuatro personas.

Taft hizo luego colocar bañeras similares en la Casa Blanca, en su yate y en la casa que un hermano suyo tenía en Texas, de acuerdo a los periódicos de la época. Por ello, sería improbable que Taft se quedase atorado en una bañera de ese tamaño.

La historia de Taft atascado en la bañera se ha seguido mencionando por décadas, apoyada en la realidad de que él fue el presidente más voluminoso de la historia estadounidense y una proclividad, que muchos hallan cruel, a hacer mofa de las personas obesas. Y eso ha eclipsado un tanto logros de su gobierno, como la ruptura de monopolios y el establecimiento de leyes contra ellos cuya influencia han perdurado.

El 27° presidente de EEUU, William Howard Taft, y su hijo Charles. (AP Photo/File)
El 27° presidente de EEUU, William Howard Taft, y su hijo Charles. (AP Photo/File)

Con todo, su peso político no le alcanzó para reelegirse. En la elección de 1912, Theodore Roosevelt quiso volver al poder y buscó desplazar a Taft de la candidatura del Partido Republicano. Como no lo logró creó su propio partido, el Progresista. Con ello se dividió el campo republicano entre conservadores y progresistas y se abrió paso a que el demócrata Woodrow Wilson ganara la presidencia. Taft quedó en tercer lugar detrás de Wilson y Roosevelt, aunque tiempo después, hace 100 años, el presidente Warren Harding designó a Taft al frente de la Corte Suprema en 1920.

Al final, Taft no pudo reelegirse y su esposa solo disfrutó de cuatro años en la Casa Blanca, una suerte que no era infrecuente durante el siglo XIX y a principios del XX, pero que desde 1933 solo han sufrido dos presidentes previamente electos: Jimmy Carter en 1980 y George Bush Sr. en 1992. Gerald Ford perdió la elección en 1976, pero él no había llegado a la presidencia por la vía electoral sino que fue designado tras la renuncia de Richard Nixon. Y aunque podía haberse postulado a un nuevo mandato, Lyndon Johnson declinó hacerlo en 1968.

Pero Taft sí continuó su costumbre de darse frecuentes baños y, hacia el final de su vida, al contrario de su imagen de desbordada obesidad, incluso había logrado perder más de 30 kilogramos de peso.

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