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Qué es el poliamor... y no, no es una excusa para ser infiel ni huir del compromiso

Alba Centauri, fundadora de Poliactivismo, da las claves sobre este modelo de relacionamiento sexoafectivo en auge.

Alba Centauri, fundadora de Poliactivismo, una comunidad dedicada por entero a informar sobre el poliamor. Foto: cedida
Alba Centauri, fundadora de Poliactivismo, una comunidad dedicada por entero a informar sobre el poliamor. Foto: cedida

El amor tiene sus modas, como cualquier experiencia humana que se precie, y la nuestra, la que nos corresponde en esta época de sacudida existencial e individualismo exacerbado, se llama poliamor. No deja de ser paradójico: en un momento en el que una de cada 12 personas en el mundo sufre de soledad y aislamiento social, de acuerdo con una investigación publicada en la revista académica The BMJ, las personas están más dispuestas a plantearse la práctica de un modelo de relacionamiento que aboga por la multiplicidad de vínculos. Como si sostener una relación centrada en los cuidados y la responsabilidad emocional con una única pareja mientras no fuera suficientemente complejo.

Porque de eso se trata el poliamor: construir afectos y establecer acuerdos desde el consenso y la autodeterminación sobre los límites y necesidades de cada integrante del vínculo. El poliamor no es una excusa para ser infiel pero con otro nombre. Ni mucho menos una forma de legitimar la falta de compromiso o dar rienda suelta a la experimentación hedonista a costa de los demás. Como explica Alba Centauri, psicóloga social y educadora sexual, “Yo siempre digo que desde que empecé a centrar la responsabilidad y la ética en mi práctica relacional, tengo menos sexo que antes, no más”.

Centauri es creadora de Poliactivismo, una comunidad gestada en las redes sociales desde la que comparte información sobre poliamor y diversidad relacional. También ofrece acompañamiento a individuos y parejas que quieren explorar las no-monogamias de una forma responsable y “tienen dudas de cómo hacerlo sin herirse ni herir a otros”.

El número de personas que abrazan la práctica poliamorosa es todavía algo residual, aunque el interés es creciente. Según un estudio publicado por el Journal of Sex Marital Theraphy, uno de cada cinco adultos ha entablado una relación no monógama consensuada por lo menos una vez en la vida. Una encuesta realizada por el Observatorio de Consumo Joven de América Latina, de la Universidad de Palermo en Buenos Aires (Argentina), desveló que el 25% de los jóvenes latinoamericanos entre los 18 y los 30 años cree factible mantener relaciones amorosas con más de una persona a la vez. En México no hay cifras al respecto, pero, de acuerdo con Centauri, es el país hispanohablante con el activismo más antiguo después de España. El colectivo Poliamor Valle de México, por ejemplo, organiza eventos comunitarios desde hace 12 años.

¿Qué es y qué no es poliamor?

De forma sencilla, es la práctica y/o el deseo de tener varias parejas, varios novios y/o novias, varias relaciones sexoafectivas, de manera simultánea, estando todas las partes involucradas informadas y conformes con ello. También se considera a veces una orientación relacional o una identidad. Se ha llamado filosofía amorosa. Algunas personas lo consideran una propuesta para relaciones más éticas.

En cuanto a qué no lo es, poner los cuernos de toda la vida no son poliamor. Ni presionar o coaccionar a que nuestra pareja acepte que "así somos". Otras formas de practicar la no-monogamia que excluyen la posibilidad de construir a futuro relaciones estables o que no priorizan la creación de vínculos tipo pareja tampoco. Por ejemplo, el intercambio de pareja, a veces denominados "liberales" o swingers. La no-monogamia es algo mucho más amplio que el poliamor. Hay muchas maneras de transgredir las normas actuales sobre el modelo típico de relación, pero no cualquier relación o persona que se sale de la mononorma es poliamorosa.

¿Existen unas reglas básicas que hay que cumplir para poder considerarse poliamoroso?

No hay reglas como tal. Las reglas hablan de mandatos que se imponen desde fuera. En el poliamor hablamos de hacer acuerdos desde dentro y consensuar las cosas desde el respeto a los límites y necesidades que tenga cada integrante del vínculo. No hay carnet de club de socios. A nivel individual, basta con tener el deseo de construir múltiples relaciones de pareja para considerarse una persona poliamorosa. Desde la perspectiva de la pareja, implica el haber acordado que estamos conformes con explorar y construir, cada quien por su lado o en conjunto en búsqueda de una trieja, relaciones sexoafectivas con proyección a futuro con otras personas. Eso es lo mínimo imprescindible.

¿Es lo mismo poliamor que una relación abierta?

En inglés se considera que las relaciones abiertas son todas las que no tienen exclusividad, incluido el poliamor. En castellano, tendemos a diferenciar entre la exclusividad sexual y la romántica. En ese caso, la relación poliamorosa sería aquella dispuesta a explorar, de forma romántica, además de sexual, con otras personas. La relación abierta sólo está dispuesta a explorar la parte más física del asunto.

El poliamor implica mantener más de una relación basada en los cuidados y la responsabilidad afectiva. Getty Creative
El poliamor implica mantener más de una relación basada en los cuidados y la responsabilidad afectiva. Getty Creative

Entonces, ¿qué papel juega el amor en una relación poliamorosa? ¿Es imprescindible?

El mismo que en cualquier relación de pareja. No es imprescindible que haya amor, pero sí que haya una intención y una acción de cuidarnos mutuamente y proyectarnos a futuro en conjunto. Si necesitamos o no de la idea del amor como criterio principal para elegir cuidarnos, eso ya es una cuestión diferente. Tampoco es necesario amar a los metamores (las parejas de nuestras parejas), pero sí suele funcionar todo mejor cuando está presente la intención y las acciones que procuran el bienestar de todas las personas involucradas. Es decir, en vez de ver a estas personas como competidores, verlas como soporte y colaborar juntas en encontrar las mejores soluciones para todos.

¿Cuáles son los principales retos que te has encontrado a la hora de establecer una relación poliamorosa?

Creo que el principal es la dificultad de encontrar personas afines a la no-monogamia, interesadas en hacerlo de la misma forma que nosotras y con quien, además, nos apetezca vincularnos. Al fin y al cabo, quienes se plantean el poliamor como una posibilidad son una minoría en la población. Aunque mucha gente ya tiene claro que los acuerdos son importantes, lograr que estos sean claros en su implementación suele ser un lío. Por supuesto, encontramos las mismas dificultades que en cualquier otro tipo de relaciones en torno a la comunicación, el reparto de tareas del hogar y de crianza, el gasto económico, etc.

¿Qué tipo de personas te contactan para recibir acompañamiento y qué buscan?

Son personas hispanohablantes de todo el mundo con formación universitaria, entre los 22 y los 45 años de edad y pertenecientes mayoritariamente a la población LGBTIQA+. Muchas de ellas me contactan porque están apenas empezando a explorar las no-monogamias y tienen dudas al respecto. Las dificultades comunes tienen que ver con la gestión de los celos y con los acuerdos sobre la forma que tendrá el vínculo. Yo les ofrezco un espacio de sesiones educativas orientadas al aprendizaje de herramientas para la regulación de emociones, de técnicas efectivas de comunicación y resolución de conflictos, y a profundizar en el autoconocimiento.

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¿Qué opinión te merece la afirmación de que el poliamor es una utopía?

Yo creo que el amor es una utopía y, por tanto, todas las propuestas para lograr amores mejores son idealistas. Lo interesante de marcarse estos horizontes es tener un destino hacia donde caminar, aunque la ruta esté por descubrir o sea difícil. El poliamor y otras propuestas no-monógamas se han tomado la tarea de identificar y publicitar herramientas muy concretas para relacionarnos mejor y que pueden servir igualmente a personas en relaciones de pareja monógamas y también para vínculos familiares y de amistad.

Para mí está claro que nuestra mayor pandemia es la soledad, que ya hace tiempo se ha demostrado que es una condición que deteriora nuestra salud y nos mata lentamente. Yo entiendo el poliamor como una propuesta para alfabetizarnos emocionalmente y darnos una red afectiva segura. Pero está claro que, mientras sigamos ahogados en un sistema tan individualista y orientado a la productividad, no habrá soluciones mágicas ni rápidas para este problema. ¿Quién tiene tiempo, energía y dinero para cuidar a varias personas de manera profunda y comprometida a la vez? Diría que poca gente.

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