Cómo Putin modernizó en 20 años a unas fuerzas armadas rusas que estaban en decadencia

El presidente ruso, Vladimir Putin, durante un desfile por el Día de la Victoria en Sebastopol, Crimea (Archivo)
El presidente ruso, Vladimir Putin, durante un desfile por el Día de la Victoria en Sebastopol, Crimea (Archivo)

MOSCÚ.- Durante los primeros años de Vladimir Putin como líder máximo de Rusia, las Fuerzas Armadas del país eran un cascarón vacío, pero nuclear.

Los militares apenas lograban mantener en funcionamiento los submarinos del Ártico y frenar una insurgencia desarmada en Chechenia. Los soldados casi no recibían entrenamiento, y a falta de medias, se tenían que envolver los pies con trapos, como antes lo hicieron sus predecesores zaristas y soviéticos.

Pero dos décadas después de la llegada de Putin al poder, las fuerzas militares rusas que actualmente se concentran en la frontera con Ucrania son algo muy diferente: un Ejército ultramoderno y sumamente sofisticado, capaz de desplegarse rápidamente y con letales consecuencias en una guerra convencional, según coinciden los analistas militares internacionales. Las fuerzas rusas tienen armamento guiado inteligente de alta precisión, una estructura de mando totalmente dinámica, y soldados profesionales alimentados con dietas de alto rendimiento. Y además siguen teniendo las armas nucleares.

Ese modernizado Ejército ha sido una herramienta clave de la política exterior de Putin: la toma de Crimea, la intervención en Siria, el mantenimiento de la paz entre Armenia y Azerbaiyán, y hace pocos días, apuntalar al líder de Kazajistán, un amigo de Rusia. Ahora Putin está en medio de la operación más ambiciosa –y ominosa– que se haya propuesto hasta el momento: apelar a amenazas o incluso, como muchos temen, al uso de la fuerza, para arrastrar de regreso a Ucrania a la esfera de influencia de Moscú.

Tanques rusos en un entrenamiento en la región de Rostov, Rusia
Tanques rusos en un entrenamiento en la región de Rostov, Rusia


Tanques rusos en un entrenamiento en la región de Rostov, Rusia

“Lo que le permite a Rusia presionar a Ucrania y a Occidente es la capacidad de movilización de sus tropas, su preparación y su equipamiento”, dice Pavel Luzin, analista de seguridad ruso. “Con las armas nucleares no alcanza”.

Sin disparar un solo tiro, Putin ha obligado al gobierno de Joe Biden a dejar de lado otras prioridades de política exterior para ocuparse de las quejas del Kremlin que la Casa Blanca desoyó durante mucho tiempo, sobre todo la que lleva a Moscú a querer revertir la tendencia occidentalizante de Ucrania en la era postsoviética.

Todo o nada

Putin apuesta a todo o nada a sus fuerzas armadas para que Rusia recupere la relevancia global que perdió con el final de la Guerra Fría, tal como lo expresó en 2018, cuando usó su discurso anual para revelar que tenía nuevas armas nucleares capaces de volar a 20 veces la velocidad del sonido. “Nadie nos escuchaba”, dijo Putin, que incluyó la proyección de una simulación de video que mostraba un misil ruso en dirección a Estados Unidos. “Ahora nos van a escuchar”.

De hecho, su gran ventaja actual en la crisis de Ucrania descansa en la total reformulación de sus fuerzas militares convencionales.

Los tanques T-72B3 concentrados en la frontera con Ucrania tienen un nuevo sistema de óptica térmica para combates nocturnos, así como misiles guiados con el doble de alcance que otros tanques, señala el experto en fuerzas militares rusas Robert Lee. Los misiles Kalibr desplegados en barcos y submarinos en el Mar Negro y los cohetes Iskander-M apostados a lo largo de la frontera pueden alcanzar objetivos en casi cualquier lugar de Ucrania, dice Lee.

El viceministro de Defensa ruso, Alexei Krivoruchko, dijo que en la última década la fuerza aérea rusa adquirió más de 1000 aviones nuevos, entre ellos el modelo caza más avanzado del país, el SU-35S. Rusia ya envió un escuadrón de esos aviones a Belarús, en vísperas de los ejercicios militares conjuntos previstos para el mes próximo.

Un soldado ruso dispara un mortero en unos ejercicios militares
Un soldado ruso dispara un mortero en unos ejercicios militares


Un soldado ruso dispara un mortero en unos ejercicios militares

Las renovadas capacidades militares de Rusia quedaron a la vista durante la intervención en Siria de 2015, donde no solo fueron efectivas, sino que sorprendieron con la guardia baja a varios comandantes estadounidenses.

“Aunque me dé un poco de vergüenza, tengo que admitir que hace unos años me quedé con la boca abierta cuando vi que los misiles Kalibr salían volando del Mar Caspio y alcanzaban sus objetivos en Siria”, dice el teniente general Ben Hodges, excomandante del Ejército de Estados Unidos en Europa.

La idea del Kremlin sobre el tamaño de sus fuerzas también ha evolucionado. El Ejército depende cada vez menos de un menguante número de reclutas y cada vez más de un núcleo reducido y fuertemente entrenado de unos 400.000 soldados contratados.

También es nuevo el cambio de mentalidad sobre el uso de las fuerzas armadas. El Ejército ha perfeccionado un enfoque que Dimitry Adamsky, experto en seguridad internacional de la Universidad Reichman de Israel, llama “coerción cruzada”, que combina la amenaza o el uso real de la fuerza con la diplomacia, los ciberataques y la propaganda para lograr objetivos políticos.

Esa estrategia es la que opera en la actual crisis en Ucrania. Rusia presiona para obtener de inmediato concesiones de amplio alcance por parte de Occidente. Los movimientos de tropas rusas al interior de uno de sus países aliados, Belarús, deja a una potencial fuerza invasora a menos de 200 kilómetros de Kiev, capital de Ucrania. La prensa estatal de Rusia sale a decir que son las fuerzas ucranianas las que se preparan para un acto de agresión. Y el 14 de enero, los hackers hicieron caer decenas de páginas web del gobierno ucraniano, y en uno de ellos postearon: “Tengan miedo y esperen lo peor.”

“Un poco de ciberguerra, un poco de diplomacia y algunas maniobras militares”, dice Adamsky. “Todas esas cosas están relacionadas desde su planificación”.