¿Por qué los mexicanos aman a los candidatos impresentables?

Foto publicada en Instagram por Mariana Rodríguez, influencer y esposa de Samuel García, candidato al gobierno de Nuevo León.
Foto publicada en Instagram por Mariana Rodríguez, influencer y esposa de Samuel García, candidato al gobierno de Nuevo León.

El próximo 6 de junio se llevarán a cabo en México elecciones federales, estatales y municipales. Estarán en disputa puestos de elección popular, diputaciones federales, gubernaturas, legislaturas estatales y alcaldías, más de 21 mil cargos, según el Instituto Nacional Electoral (INE). Podrán acudir a las urnas casi 95 millones de ciudadanos.

El medio “civilizado” para alcanzar el poder es a través del convencimiento que los aspirantes a un puesto de elección popular deben emprender, para que el ciudadano les otorgue su voto. Para obtener el apoyo los candidatos utilizan la propaganda.

La propaganda utiliza la crítica de la realidad y presenta propuestas para mejorarla. Argumenta y también hace uso del miedo para lograr la adhesión. Persuade y disuade.

A los políticos no les importa prometer hasta lo absurdo para lograr su objetivo. El respeto al marco normativo para la disputa del poder, en ocasiones les resulta un estorbo. Para no remontarnos lejos en el anecdotario político nacional, recordemos cómo Vicente Fox arrancó su campaña por la presidencia en el tercer año de gobierno de Ernesto Zedillo, prometía el cambio, denunciaba la ineptitud del gobierno, garantizaba la seguridad, afirmaba que habría crecimiento y desarrollo, prometía oportunidades para la juventud e igualdad para las mujeres, se burlaba y bailaba simulando una declaración de guerra al poder establecido. Hizo lo necesario para ganar y conquistó el poder.

Para no hacer un repaso detallado, es significativo el “peregrinar” por el país de Andrés Manuel López Obrador que estuvo en campaña 18 años, en los que insistió en su discurso monotemático de combate a la corrupción y la responsabilidad que tienen los grupos políticos y empresariales que se han beneficiado, en perjuicio del “pueblo bueno y sabio”. Los llamo “La Mafia del Poder”. En 18 años lo único que ha cambiado en el discurso del ahora presidente, es que tiene a su alcance miles de millones de pesos para “cumplir” su promesa de “bienestar” para los pobres y la presentación de una propuesta de transformación, que parte de la eliminación de lo anterior para surgir.

Las campañas masivas

En todo el mundo y México no es la excepción, los partidos políticos y sus candidatos han seguido un modelo para hacer propaganda y la difusión de su discurso. Llevan a cabo actos masivos, se reúnen con miles de obreros, campesinos y clases medias. Hacen compromisos con los empresarios y los firman ante un notario. Llenan grandes auditorios y plazas públicas y sus propagandistas disponen la divulgación de imágenes en las que miles de hombres y mujeres los aplauden y ondean sus banderas de partido.

La multitud participante se uniforma con los colores distintivos y la ciudad es saturada con carteles en todos los espacios que el partido captura. Prensa, radio, televisión y cine repiten el discurso, la promesa, el compromiso y piden, piden, piden, el voto del ciudadano para el “mejor”, el que va a solucionar lo que incomoda al pueblo. Como la corrupción. Promesa reiterada en el discurso de los políticos mexicanos que sigue siendo rentable en la propaganda actual.

En busca del voto se obsequian gorras, playeras, despensas, objetos diversos de utilidad en el hogar, actualmente se regalan cubre bocas con el logo y el nombre del candidato, y desde luego promesas, en una tarjeta de plástico, de que los ciudadanos recibirán dinero, en caso de que el aspirante llegue al poder.

Y entonces surgió una influencer... y su esposo

En el proceso electoral actual en Nuevo León destaca una modalidad de hacer propaganda, proselitismo entre los ciudadanos, por la vía de las redes sociales. Es el caso de Samuel García Sepúlveda, candidato a la gubernatura del partido Movimiento Ciudadano, quién como premisa básica de su campaña, utiliza el viejo discurso de presentarse como quien “volverá a hacer historia al ganarle al sistema corrupto de la vieja política”.

En política la credibilidad es importante y cuando se trata de una campaña lo es todo, por eso Samuel García, al iniciar de su campaña se ocupó en desacreditar a sus adversarios diciendo de sí mismo, que no es corrupto y asignar este negativo a la militancia en el PRI.

“Soy el único que no es parte del sistema corrupto; el único que no ha estado en el PRI, ni pertenece a la mafia de los partidos, el único que no vive de la política y que ha donado su sueldo durante seis años y rechazado todo tipo de bonos. El único incorruptible.” Sus principales oponentes militan o militaron en ese partido.

La promesa de acabar con la corrupción es una promesa de campaña presente en el discurso de los políticos desde 1976, cuando José López Portillo se refería a ella con su lema “La Solución Somos Todos”. Por su parte Miguel de la Madrid para combatir la corrupción propuso en su búsqueda del poder “La Renovación Moral de la Sociedad”.

Hace seis años, con un discurso similar, Jaime Rodríguez Calderón (El Bronco), como candidato independiente ganó la gubernatura de Nuevo León. Su triunfo puso en evidencia que el pueblo está fastidiado de los malos gobernantes del PRI y el PAN, pero sobre todo de las prácticas de corrupción en las que han incurrido.

El de Samuel García, senador con licencia, es un discurso viejo. Aunque dice que sus propuestas son nuevas en realidad vienen de muy lejos. “un nuevo convenio fiscal, un nuevo sistema de transporte público, un nuevo programa de infraestructura, un nuevo combate a la corrupción, un nuevo HUB aeroportuario regional, un nuevo Pacto social, un nuevo plan de vacunación en coordinación con la IP” (lo único novedoso).

Y el impresentable, subió

Las encuestas de algunos medios ubican a Samuel García, de 33 años, como el preferido entre los electores de Nuevo León. Su personalidad no es extraordinaria. Algunos de sus episodios recientes lo ubican como machista, inculto, niño rico, despegado de la realidad. Solo lo hace diferente la activa participación de su esposa en la campaña, la influencer Mariana Rodríguez, que en Instagram tiene 1.5 millones de seguidores a los que, antes hacía recomendaciones de maquillaje modas y demás. Hoy reparte propaganda de su esposo Samuel en las avenidas, se toma selfies con quien se lo pide, los publica en sus redes y son vistas de inmediato por millones.

La campaña de Samuel García se desarrolla preferentemente en las redes sociales. Su esposa ha sido clave en el avance de la campaña que lo ubica adelante de sus adversarios.

Esta experiencia configura un modelo de hacer campaña, al que López Obrador se refiere como “benditas redes sociales”, porque son un medio de comunicación inmediata al que concurren todo tipo de usuarios que otorgan su confianza a quien, a su juicio, la merece.

El evento propagandístico emprendido por Samuel García pone en evidencia, a través de su avance, que el discurso de combate a la corrupción, aunque es viejo, está vigente, lo que estaría significando en Nuevo León, el fracaso de Jaime Rodríguez, “El Bronco”, pero también del presidente López Obrador que, en cada mañanera la condena, pero no se aprecia su declinación en esa entidad.

El impacto de Samuel García puede ser interpretado también como haber sabido aprovechar la coyuntura de la pandemia, que mantiene a la población en confinamiento y a muchos de los jóvenes, con acceso a las nuevas tecnologías, atentos de los acontecimientos que transcurren en las redes sociales, en las que la disputa por el poder ha encontrado un espacio propicio para alcanzarlo.

De llegar Samuel García a la gubernatura de Nuevo León estaríamos ante una experiencia diferente de hacer propaganda. Los que voten por él siguen comprando el viejo discurso de combate a la corrupción. No por mucho desearlo se hará realidad. Antes no fue así. Hoy en Nuevo León y en la Federación, tampoco. En su voto llevarán su decepción y surgirán así más impresentables que prometan ser diferentes a todo lo que hay y hubo antes. Y parece inevitable que la gente vuela a caer.

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