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Opinión: La paradoja del partidismo pandémico

Una vista del Monumento de la Paz y el edificio del Capitolio en Washington, el martes 9 de abril de 2019. (Damon Winter/The New York Times).
Una vista del Monumento de la Paz y el edificio del Capitolio en Washington, el martes 9 de abril de 2019. (Damon Winter/The New York Times).

La propuesta de alivio para la COVID-19 del presidente Joe Biden sigue siendo increíblemente popular; si acaso, se está volviendo más popular a medida que avanza en el Congreso. Varias encuestas muestran que alrededor del 70 por ciento de los estadounidenses aprueban el plan de 1,9 billones de dólares. Este plan goza casi del doble de popularidad que el recorte de impuestos republicano de 2017 y es más popular que el estímulo de Obama de 2009; es difícil de creer ahora, pero el plan de Biden es más popular de lo que era Medicare en los meses anteriores a su aprobación en 1965.

Las grandes empresas también han demostrado su apoyo: más de 150 altos ejecutivos de importantes compañías han enviado cartas a los líderes del Congreso para exhortar la promulgación del plan de Biden.

No es difícil entender por qué a los demócratas y a los independientes les gusta el plan. Lo que trato de entender es algo que parece una paradoja política. Esto es, ¿cómo es posible que tantos republicanos estén a favor del plan?

¿Por qué es un enigma el apoyo de los republicanos a los planes económicos de Biden? Porque la mayoría de las personas que pertenecen a las bases republicanas cree (con base en puras mentiras) que las elecciones fueron robadas. Así que estamos en una posición peculiar en la que un número sustancial de electores no cree que Biden tenga derecho a dirigir el país, pero aprueba en la práctica la manera en que lo está dirigiendo, al menos en lo que respecta a la política económica.

Un reciente sondeo de Economist/YouGov lo pone de manifiesto. Según esa encuesta, solo el 16 por ciento de quienes se autodenominan republicanos cree que Biden ganó las elecciones de manera justa, mientras que el 71 por ciento cree que se las robó a Donald Trump. Sin embargo, el 39 por ciento de los republicanos está a favor de la propuesta de gasto de 1,9 billones de dólares de Biden. ¡Una encuesta de Morning Consult sitúa el apoyo republicano al plan en un 60 por ciento!

Ahora bien, el hecho de creer que la presidencia fue robada y apoyar las políticas del hombre que se la robó no es una contradicción literal. Pero no deja de ser muy extraño.

También contrasta mucho con lo que ocurrió con el presidente Barack Obama. Aquellos que participamos en debates económicos durante los primeros años de Obama recordamos las advertencias constantes de que las políticas del nuevo presidente ocasionarían un desastre. El estímulo de Obama fue bastante menor que el plan de Biden (de hecho, fue demasiado pequeño, pero esa es otra historia). Sin embargo, no pasó una semana sin que se dijera a gritos que la hiperinflación y la crisis de la deuda estaban a la vuelta de la esquina.

Además, los republicanos también se han pasado años diciendo que Obamacare es un tirano asesino del empleo, mientras que apenas han hecho mención de la importante expansión de Obamacare que contiene la propuesta de Biden.

Entonces, ¿cuál es la diferencia esta vez?

Es probable que haya varias razones por las que a los republicanos les está costando encontrar argumentos contra las políticas de Biden. Ya he escrito antes que el alivio para la pandemia puede ser más fácil e intuitivo de explicar que el estímulo económico keynesiano. Y puede que los republicanos estén pagando por su hipocresía de antaño, ya que pasaron de llamar a la deuda una amenaza existencial con Obama a ignorarla durante el mandato de Trump.

También sospecho, aunque no tengo pruebas contundentes, que el Partido Republicano por fin está pagando por su brecha de expertos: su desprecio por la experiencia en, pues, todo, que prácticamente expulsó a los expertos del partido.

La verdad es que desde hace mucho tiempo los republicanos no escuchan a los expertos. Basta preguntarle a Stephen Fauci. Sin embargo, el partido solía tener gente que al menos podía fingir que sí sabía de qué hablaba.

¿Recuerdan a Paul Ryan, expresidente de la Cámara de Representantes? En realidad, no era un ñoño de la política fiscal (de hecho, al examinarlo con detenimiento, era evidente que era un impostor), pero era bastante bueno para interpretar a un erudito en políticas públicas en la televisión. Es difícil pensar en alguien en el Partido Republicano contemporáneo que pueda hacer eso.

De hecho, incluso es difícil pensar en alguien, aparte de algunos ñoños (!) demócratas en políticas públicas, que de verdad esté en contra de la Bidenomía. ¿Quién encabeza la oposición republicana al Plan de Rescate de Estados Unidos? No se me ocurre nadie.

Digámoslo así: los republicanos parecen estar perdiendo el argumento económico en parte porque ni siquiera se molestan en figurar.

Una reflexión más: una consecuencia no deseada de la Gran Mentira sobre las elecciones puede ser que debilite a la oposición republicana ante las prioridades políticas demócratas. El complejo mediático de la derecha, tan vasto como es, tiene que lidiar con el limitado periodo de atención de sus espectadores y oyentes. Cada hora que se dedica a divulgar teorías conspirativas sobre el fraude electoral y las operaciones antifa de falsa bandera es una hora que no se dedica a asustar al público sobre la inminente muerte del dólar a manos de los grandes derrochadores demócratas.

Así que supongo que el espectáculo del apoyo generalizado de los republicanos a las políticas de un hombre al que consideran un usurpador es bastante difícil de entender. Pero requiere mucha disonancia cognitiva, que sin duda no será sostenible en los próximos años.

Lo que nadie sabe es hacia dónde caerá la disonancia. La mayoría de los economistas del sector privado ahora esperan una rápida recuperación económica durante el próximo año, combinada tal vez con una gran sensación de alivio a medida que la pandemia se desvanezca. ¿Los acontecimientos positivos harán que los republicanos se pasen al bando de Biden? ¿O los republicanos decidirán que todas las cosas buenas que están ocurriendo son noticias falsas?

El futuro político de Estados Unidos depende de la respuesta.

This article originally appeared in The New York Times.

© 2021 The New York Times Company