La medida de la OPEP muestra los límites de la estrategia de chocar los puños que adoptó Biden con los sauditas

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, en el centro a la izquierda, escoltado por el príncipe heredero Mohamed bin Salmán, en el centro a la derecha, a su llegada al palacio Al Salam, en Yeda, Arabia Saudita, el 15 de julio de 2022. (Doug Mills/The New York Times)
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, en el centro a la izquierda, escoltado por el príncipe heredero Mohamed bin Salmán, en el centro a la derecha, a su llegada al palacio Al Salam, en Yeda, Arabia Saudita, el 15 de julio de 2022. (Doug Mills/The New York Times)

WASHINGTON — La medida que tomó la OPEP el miércoles de reducir la producción de petróleo menoscaba severamente el esfuerzo del presidente Joe Biden por evitar un incremento en el precio de la gasolina antes de las elecciones intermedias al tiempo que entorpece su ofensiva de limitar los ingresos procedentes del petróleo que Rusia está usando para financiar su guerra en Ucrania.

También expone el fracaso de la estrategia de chocar los puños que empleó en el verano con el príncipe heredero de Arabia Saudita.

Tanto en la forma como en el contenido, la decisión de la OPEP y sus aliados productores de petróleo resaltó los retos que enfrenta Estados Unidos en el manejo de sus políticas económica y exterior en un momento en que la economía global está en riesgo de sufrir una recesión y la política energética se ha convertido en un elemento fundamental del conflicto en Ucrania.

A la reunión de Viena asistió el vice primer ministro de Rusia, a quien Estados Unidos le ha impuesto sanciones. Ocurrió después de una labor diplomática concertada, pero a fin de cuentas infructuosa, por parte de Washington con el objetivo de frenar el recorte en la producción de petróleo, una señal de que la influencia de Biden sobre sus aliados del golfo era mucho menor de la que habría esperado.

Además, se volvió a ver que, incluso en una época en que debería estar disminuyendo la importancia del petróleo como fuente de energía, la OPEP+ actúa de acuerdo con sus propios intereses. En este caso, mantener el precio del barril ha resultado ser mucho más importante para sus miembros que hacer que la invasión de Ucrania tenga un costo para Rusia.

La reunión de la alianza OPEP+, encabezada por Arabia Saudita y Rusia, abordó una serie de problemas relacionados con política exterior y económica que están afectando todo, desde la política interna de Estados Unidos hasta la guerra en Ucrania.

Durante varios días, la Casa Blanca ha querido evitar el recorte de dos millones de barriles diarios. Exhortó a algunos de sus aliados más cercanos de los países árabes, comenzando por Arabia Saudita, a la cual Biden visitó en julio, y se reunió con el príncipe heredero Mohamed bin Salmán, para hablar de la oposición de las organizaciones de derechos humanos e incluso de algunos de sus propios asesores.

El presidente Joe Biden aborda el Air Force One, en camino a Nueva Jersey y Nueva York, en la base aérea Andrews en Maryland, el jueves 6 de octubre de 2022. (Erin Schaff/The New York Times)
El presidente Joe Biden aborda el Air Force One, en camino a Nueva Jersey y Nueva York, en la base aérea Andrews en Maryland, el jueves 6 de octubre de 2022. (Erin Schaff/The New York Times)

Algunos funcionarios dijeron en ese momento que Biden corrió el riesgo de abordar una serie de problemas sobre la seguridad nacional —pero principalmente el de aumentar el suministro de petróleo— aun cuando eso implicara aguantar la crítica de que estaba participando en la reivindicación del príncipe heredero Mohamed, quien, según la CIA, en 2018 aprobó el asesinato del periodista del Washington Post, Jamal Khashoggi. Durante su campaña para la presidencia, Biden había calificado a Arabia Saudita como un país “marginado”.

El acuerdo silencioso que se dio en este viaje fue que Arabia Saudita aumentaría su producción en aproximadamente 750.000 barriles por día y que los Emiratos Árabes Unidos harían lo mismo con otros 500.000, lo que reduciría el precio de la gasolina y afectaría la capacidad del presidente Vladimir Putin de financiar una guerra que se estaba prolongando mucho más —y con muchas más víctimas— de lo que Biden esperaba.

Pero estos incrementos de la producción fueron efímeros. Aunque Arabia Saudita aumentó de manera considerable la producción en julio y agosto, retiró la promesa de mantener esos niveles durante lo que faltaba de 2022. A sus dirigentes y a toda la OPEP les preocupaba que el fantasma de una recesión global fuera a bajar los precios, de 120 dólares por barril durante el verano a menos de 80 dólares. Temen que, por debajo de ese nivel, se tengan que recortar los presupuestos y se amenace la estabilidad social. Así que los sauditas decidieron que tenían que tomar cartas en el asunto.

El recorte de la producción anunciado el miércoles disminuirá la producción diaria a nivel global en cerca del dos por ciento, aunque parte de eso es una reducción fantasma porque los miembros del grupo ya estaban produciendo menos de lo que se habían planteado como meta. Pero los expertos calcularon que tal vez su impacto en los precios sea mayor: de 4 a 8 centavos de dólar más por litro en las gasolineras.

Y como solo falta un mes para las elecciones intermedias, el momento no podría ser peor para Biden.

No obstante, más allá del impacto político e inflacionario, esta decisión acaba con la idea de que los aliados árabes se sumaron a la causa de hacer que Rusia, también miembro del grupo de la OPEP+ que se reunió en Viena, pagara el precio.

Eso no debió de haber sorprendido a nadie. Irán es miembro del grupo y, en los últimos meses, se ha vuelto más cercano a Rusia y hasta le ha vendido drones para continuar con su guerra en Ucrania.

Ahora, el intento de topar los precios del petróleo ruso se encuentra en riesgo. La decisión de la OPEP+ contribuye a que Rusia obtenga precios más elevados para compensar los grandes descuentos que China y otros países la han obligado a darles a cambio de su disposición de no participar en los intentos de aislar al país. En resumen, el recorte en la producción aumentará los ingresos para todos los miembros de la OPEP+, entre ellos Rusia e Irán.

En un comunicado de Jake Sullivan, el asesor de seguridad nacional, y de Brian Deese, quien encabeza el Consejo Económico Nacional, la Casa Blanca señaló que Biden estaba “decepcionado por la decisión tan miope de la OPEP+ de recortar las cuotas de producción mientras la economía global está enfrentando el impacto negativo permanente de la invasión de Putin a Ucrania”. Mencionaron que Biden “consultaría al Congreso acerca de otras herramientas y facultades para disminuir el control que tiene la OPEP sobre los precios de los energéticos”.

Por su parte, los sauditas no ofrecieron ninguna disculpa.

“Preferimos anticiparnos que arrepentirnos”, les dijo a los reporteros el príncipe Abdulaziz bin Salman, ministro de Energía de Arabia Saudita, acerca del esfuerzo por apuntalar los precios. No dijo ni una palabra sobre los acuerdos silenciosos con Washington en el mes de julio.

Fue evidente el grado de enojo y asombro en la Casa Blanca: el martes, la secretaria de prensa, Karine Jean-Pierre, les dijo a los reporteros: “No estamos considerando recurrir” a la Reserva Estratégica de Petróleo del país más de lo que Biden anunció con anterioridad. Todavía no habían pasado 24 horas, cuando el miércoles en la mañana, con el inminente recorte de la OPEP, salió un comunicado de la Casa Blanca que decía: “El presidente procederá a ordenar” volver a recurrir a la reserva de petróleo “en aras de proteger a los consumidores estadounidenses e impulsar la seguridad energética”.

“Con el anuncio de hoy, es evidente que la OPEP+ se está alineando con Rusia”, comentó Jean-Pierre el miércoles.

La lección que podemos obtener de esta amarga experiencia de Biden es que ya se terminó la época en que los presidentes estadounidenses podían solicitar favores de sus aliados sauditas y esperar que ellos los hicieran solo por tener una buena relación o para garantizar el compromiso permanente de Estados Unidos de proteger el reino ante ataques extranjeros.

El príncipe heredero Mohamed se ha distanciado de manera deliberada de Washington y ha cultivado más relaciones internacionales, sobre todo con Rusia y China. También ha dejado en claro que no ve a Arabia Saudita como un socio menor de Estados Unidos y que está dispuesto a no cumplir ninguna demanda que considere contraria a los intereses de los sauditas.

Desde que inició el gobierno de Biden, se ha desarrollado esta dinámica en las interacciones entre el príncipe heredero y Biden, pero nunca fue más clara que en los últimos meses, cuando Biden y sus asistentes plantearon que había llegado el momento de reiniciar la relación. Eso es lo que simbolizaba el choque de puños. Además, el aparente acuerdo saudí de aumentar la producción de petróleo para ayudar a que bajaran los precios a nivel global fue parte de la retribución.

Los recortes del miércoles demostraron que los efectos de ese reinicio habían durado poco o que los sauditas no consideraron que las ventajas de ayudar a Estados Unidos después de la visita de Biden fueran suficientes como para seguir haciéndole ese favor.

Algunos analistas de la política del golfo vieron esta maniobra como un golpe directo a Biden.

“En definitiva, es algo político. No tiene nada que ver con el dinero”, señaló Cinzia Bianco, una investigadora en el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores.

Bianco afirmó que los sauditas se habían decepcionado de lo que habían obtenido de Estados Unidos tras la visita de Biden al reino.

“Así que, siempre y cuando fuera útil a nivel político dar marcha atrás y apostar por una estrategia diferente, ellos lo hacían”, explicó.

Los analistas sauditas rechazan esa idea y concuerdan con las declaraciones de los funcionarios de los países de la OPEP de que los recortes se hicieron solo por motivos técnicos.

“Por supuesto que no se trata de una maniobra hostil ni en contra de Biden”, afirmó el analista saudita Ali Shihabi. “No tiene nada que ver con Biden. El objetivo es mantener el precio en un rango aceptable”.

Shihabi señaló que el petróleo era tan fundamental para la economía saudita y los planes del príncipe heredero Mohamed que garantizar que este bien siguiera siendo rentable superaba cualquier otro interés.

“Solo están tratando de conservar su sustento económico”, mencionó. “Este es el sustento del reino y todo en el reino depende de él”.

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