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La aterradora historia de las niñas mexicanas de Girlstown: lo que hemos aprendido

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Un tablero de la güija fue la primera pista importante para dar con el motivo de la misteriora enfermedad que afectó a 600 niñas de Girlstown, en El Chalco, México entre 2006 y 2007. (Getty Images)

Lo sucedido a las niñas mexicanas de Girlstown tiene todos los elementos de una historia de terror: Experiencias de maltrato y abandono, monjas severas que sancionaban el contacto físico, una escuela aislada del mundo, un tablero de la güija, apariciones fantasmagóricas y cientos de estudiantes enfermas después de un maleficio.

La noticia se esparció en marzo de 2007. Las autoridades mexicanas fueron convocadas con urgencia para frenar el brote de una enfermedad extraña en un colegio internado católico a las afueras de Ciudad de México. Las chicas afectadas tenían entre 12 y 17 años. Tenían las piernas paralizadas o les costaba caminar. Algunas también tenían fiebre y nauseas. Al cabo de unos meses, 600 de las 3.600 alumnas habían sufrido algún tipo de malestar y al menos 300 fueron enviadas de regreso a sus hogares.

Los expertos no encontraban respuestas después de analizar el agua, el aire, el suelo y la comida del internado. También examinaron a cada una de las niñas y les tomaron muestras de sangre y heces para descartar enfermedades bacterianas, parasitarias o virales.

Cuando el equipo médico eliminó la posibilidad de que el problema tuviera un origen físico comenzó la exploración de su psique. La psiquiatra Nashyiela Loa Zavala fue la encargada de trasladarse a las amplias instalaciones de la congregación de las Hermanas de María en El Chalco, en el sureste de Ciudad de México, para conversar con las niñas y observar sus dinámicas escolares y sociales.

Loa Zavala, quien para ese momento tenía 32 años, se ganó la confianza de las jovencitas. Así pudo reconstruir su historia de vida, su ingreso a la institución y la secuencia de hechos que desencadenaron el contagio.

El desencadenante

Luego de realizar muchas entrevistas a las angustiadas pacientes, la psiquiatra encontró una pista importante. Una de las estudiantes se topó con un artículo sobre la güija en una revista en una visita organizada por el colegio a la Universidad de Anáhuac.

La güija es un antiguo juego de origen desconocido que se usa para establecer contacto con los espíritus. Se trata de una tabla que tiene las palabras Si y No, el abecedario y los números del 0 al 9. Los jugadores colocan las manos sobre el borde de un vaso o un objeto de vidrio con la supuesta finalidad de ayudar a los seres incorpóreos a expresarse. Se dice que el vaso se detiene letra por letra, deletreando palabras por palabras hasta que el espíritu logra expresar su mensaje a los mortales.

Con esa información en la mano, una de las alumnas llamada María creó un tablero y animó a un grupo de niñas a invocar a seres del más allá cuando las monjas dormían. Para burlar la celosa vigilancia de las religiosas, María encabezaba expediciones hasta una terraza de los dormitorios.

Un amplio reportaje publicado por VOX relata con lujos de detalles los testimonios de aquella época.

Los relatos aseguran que María era una líder natural, que animaba a otras niñas a salir en hurtadillas por la ventaja del sexto piso de su torre hacia el lugar de reunión para evitar la detección de las monjas si caminaban por los pasillos. Fue descrita como una joven hermosa que quizá había heredado los poderes ocultos de su madre, que habría sido bruja y adoradora de los santos muertos.

Jovita, una de las testigos, dijo que comenzó percibir sonidos extraños y a tener visiones inexplicables cuando María y sus amigas iniciaron sus juegos con la güija.

Los rumores sobre el juego mágico se intensificaron y causaban horror entre algunas de las niñas que consideraban que era una práctica del demonio. Pero las rutinas nocturnas continuaron hasta el campeonato de baloncesto de Girlstown en la primavera de 2006. María hizo una conexión con el otro mundo para pedir el triunfo del equipo de su amiga Liz en el torneo. Y para sorpresa de todos, ganó.

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Aterradores apariciones fantasmales se hicieron frecuentes entre las niñas con síntomas de Girlstown (Getty Creative).

Loa Zavala escribió en sus informes que la interferencia mágica de María indignó a las chiquillas, quienes lo consideraron un acto de traición porque el equipo ganador era de un dormitorio diferente al de María, además de ser una violación descarada de las normas de la escuela, que prohibía la magia negra.

El maleficio

Las quejas llegaron a los oídos de la Madre Superiora Cheong, quien tomó medidas extremas y expulsó a María del instituto. La joven se rebeló ante la decisión y preguntó por qué la castigaban sólo a ella cuando muchas niñas habían conjurado a los muertos.

La expulsión de María concluyó con un incidente inexplicable el día de su partida. Supuestamente un fuerte viento sopló junto en el momento en que María tenía la mano sobre el marco de la puerta y al cerrarse le cercenó la punta de un dedo.

El chorro de sangre que manaba del dedo de María dejó un reguero por el pasillo que nunca volvería a pisar. Al salir, la joven expulsada habría dicho estas palabras: "Todas las de mi generación que me acusaron o pensaron mal de mí se enfermarán. Se enfermarán de las piernas. No podrán caminar. Estarán malditas".

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Las niñas enfermas creyeron haber caído presas de un maleficio. (Getty Creative)

Ni Loa Zavala ni ningún otro funcionario de salud ha podido dar con el paradero de María, quien desapareció sin dejar huella.

Luego de que comenzó el brote de parálisis, a las estudiantes les costaba diferenciar la realidad de las pesadillas y las alucinaciones.

La psiquiatra relató a Vox, 15 años después del hecho, que las historias de fantasmas y aparecidos eran constantes. "Escuchaban niños llorando, bebés llorando, veían figuras en la oscuridad". Algunas estudiantes venían niñas colgando de los pasillos.

Para ese momento la hermana Cheong pensó que un maleficio había invadido su escuela y llamó a un sacerdote para realizar un exorcismo. Pero no funcionó.

Las niñas se fueron recuperando lentamente, luego de las conversaciones con Loa Zavala o al regresar con sus hogares.

El diagnóstico

El informe final del caso determinó que el episodio de parálisis colectiva ocurrido en Girlstown en 2006 y 2007 fue un "desorden psicogénico del movimiento debido a un desorden de conversión". Es decir, las niñas sufrieron un caso de histeria colectiva.

Loa Zavala explicó que la histeria de contagia por vía audiovisual. Tienes que ver y escuchar a alguien exhibiendo los síntomas para comenzar a experimentar esos mismos síntomas en tu organismo. Si los ves demasiadas veces y lo crees, forman parte de ti. Y lo aterrador y peligroso de la histeria es que todos somos susceptibles a padecerla.

La misma Loa Zavala sintió dolores punzantes en las piernas cuando llevaba semanas trabajando con las niñas, aunque ella logró combatir los síntomas, así como varias religiosas que cuidaban a las niñas.

El aislamiento social, las estrictas normas de disciplina, la eliminación de cualquier rasgo personal al usar todas la misma ropa, la prohibición de ver televisión, escuchar radio o escribir cartas a sus familiares, comer los mismos alimentos, celebrar todos los cumpleaños el mismo día, además de las historias personales de abuso o pobreza extrema de algunas de las estudiantes, las llevaron a desarrollar esa patología colectiva.

"Un niño no tiene que llegar a esos extremos para expresar lo que siente en un ambiente sano", declaró Loa Zavala a Vox. "Sus cuerpos necesitaban hablar...Así que a través de esos síntomas, las niñas estaban tratando de decir algo, tratando de evocar cambios".

El efecto nocebo

El desorden psicogénico masivo es un fenómeno poco frecuente que ocurre en comunidades aisladas, generalmente entre niñas y adolescentes que comienzan a presentar síntomas inexplicables.

Para comprender unas de las explicaciones más plausibles sobre la histeria colectiva hay que recordar el concepto de efecto placebo, que es la mejora o la desaparición de los síntomas de una enfermedad en un paciente con un tratamiento que no tiene propiedades curativas reales. Se trata de un proceso de sugestión, en el que un paciente toma una pastilla inocua pero cree que es un medicamento real. Allí el poder del pensamiento cobra una fuerza tal que llega a modificar los procesos orgánicos.

Lo contrario del efecto placebo es el efecto nocebo. Así como los buenos pensamientos y asociaciones optimistas producen resultados positivos, los malos pensamientos desencadenan enfermedades y situaciones adversas.

En el caso de las niñas de Girlstown, el aislamiento social, el miedo al castigo divino y los elevados niveles de angustia convencieron a las niñas de que se enfermarían y desencadenó un caso de histeria colectiva.

La recomendación para el resto de los mortales es mantenernos alejados de los rumores, del pesimismo, del bombardeo constante de noticias negativas, evitar el sectarismo. Inyectar la vida con mensajes positivos para que nuestra vida se parezca más a una comedia que a la historia de terror que vivieron las niñas de Girlstown.