Iñaki Urdangarin, el cuñado incómodo del rey Felipe VI de España

CIUDAD DE MÉXICO, enero 25 (EL UNIVERSAL).- Decir que, en general, a la familia real de España no le ha ido bien en sus relaciones sentimentales es decir muy poco. Los problemas empezaron cuando la reina Letizia estaba por convertirse en la prometida del entonces príncipe de Asturias, hoy Felipe VI. Los medios escarbaron en el pasado de la futura reina y encontraron información lo bastante escandalosa -especialmente de su tiempo viviendo en Guadalajara, en México, como periodista- como para ocupar los titulares un buen rato: que si posó desnuda para un artista poco conocido, que si fue novia de Fher de Maná, incluso se llegó a hablar de un aborto clandestino.

Después, surgieron los problemas entre la infanta Elena y su entonces marido, Jaime de Marichalar. En 2007, anunciaron el "cese temporal de su convivencia matrimonial", en medio de rumores de que al entonces aún duque de Lugo le gustaba un poco demasiado la fiesta y que consumía drogas ocasionalmente. Dos años después, en 2009, se divorciaban formalmente. Luego vino el escandalazo de la revelación de las numerosas y repetidas infidelidades del rey emérito Juan Carlos I de España, de su larga relación extramarital con la aristócrata alemana Corinna Larsen y la revelación de que el matrimonio aparentemente ejemplar de los reyes eméritos era una farsa desde hace muchísimos años.

Todo esto sin contar los fuertes rumores de los pleitos entre las infantas y Letizia, entre Letizia y su suegra y aún de las infantas entre sí. Sin duda, una familia marcada por las desavenencias familiares, pero ninguna como la historia de Cristina y su esposo por los últimos 24 años, Iñaki Urdangarin.

Cómo empezó todo

En los 90, Iñaki Urdangarin, entonces un guapo medallista olímpico del equipo nacional de balonmano, abrió el restaurante El Pou en Barcelona, con otros deportistas amigos suyos. En 1996, después de las Olimpiadas de Atlanta, Urdangarin y sus socios organizaron ahí una fiesta para quienes habían ganado medallas, y, entre los invitados, estaba la infanta Cristina.

Ya se conocían de vista, pero esa noche Cristina pidió el número de teléfono de "ese rubio", según "Vanitatis". Le llamó a los pocos días y lo invitó a salir en una cita doble con su prima Alexia de Grecia y su hoy marido, Carlos Morales. De acuerdo con la publicación, Cristina se enamoró desde esa primera salida. A partir de entonces, empezaron a salir en forma y él dejó a la que había sido su novia -con la que incluso ya había vivido- para convertirse en el novio oficial de Cristina.

Aunque los orígenes de Urdangarin son todo menos humildes -su madre es Claire Liebaert Courtain, quien pertenece a la aristocracia belga, y su padre, Juan Mari Urdangarin, fue un exitoso ingeniero industrial, conocido e influyente en Vitoria, donde ahora vive y trabaja Iñaki- los entonces reyes, Juan Carlos y Sofía, no estaban muy de acuerdo con el noviazgo, pues no les parecía ideal que una princesa se casara con un deportista.

Urdangarin jugó en el FC de Barcelona de balonmano durante 14 temporadas, entre 1986 y el 2000, y participó en tres Juegos Olímpicos en los que obtuvo dos medallas de bronce. Cristina amenazó a sus padres con irse a vivir con Iñaki si no lo aceptaban como yerno, pero ya que lo conocieron mejor, se mostraron encantados con él y el compromiso matrimonial se anunció en 1997.

La boda

La boda real se llevó a cabo el 4 de octubre de 1997, en la Catedral de Santa Eulalia, en Barcelona, con toda la pompa correspondiente. La joven pareja se iba a establecer en la Ciudad Condal, que los recibía con los brazos abiertos. Unos días antes, el rey les había concedido el título de duques de Palma de Mallorca; a partir de entonces serían nombrados -sobre todo en la prensa rosa- como los duques de Palma. Al casamiento, que se transmitió por televisión, acudieron representantes de 40 casas reales y más de 1500 invitados. Los novios, en particular ella, se veían enamoradísimos.

Después de casados, Urdangarin siguió en el equipo de balonmano hasta el año 2000, actividad que combinaba con la carrera de Empresariales (Administración de Empresas, en México) la que tardó muchos años en completar por las frecuentes ausencias a clases a causa de sus compromisos deportivos; finalmente, la terminó en 1999, a los 31 años; la había empezado a los 19.

Siguieron los años dorados del matrimonio, la infanta trabajaba en la Fundación la Caixa y él, después de dejar el deporte, en el 2000, fue nombrado miembro del Comité Olímpico Español, consejero de Telefónica Internacional de Barcelona y, después, fue ascendido a presidente de la Comisión de Asuntos Públicos de Telefónica en Latinoamérica y Estados Unidos, fue entonces que la familia se trasladó a vivir a Washington. Sus cuatro hijos: Juan Valentín, hoy de 22 años; Pablo Nicolás, de 21, Miguel, de 19, e Irene, de 16, nacieron en Barcelona. Todos juntos formaban un rubio equipo de foto.

El caso Noós

El traslado de la familia a Washington fue visto con suspicacia por la opinión pública porque ya se sospechaba que Urdangarin y sus socios estaban siendo investigados por el 'caso Babel'; pronto se dio a conocer la noticia de que Urdangarin podría ser acusado de irregularidades en el Instituto Noós, el cual dirigía, y del cual habría desviado dinero público.

Antes de mudarse a Washington, en 2004, la familia se había comprado una enorme casa en la zona de Pedralbes, en Barcelona, la cual, entre precio y remodelación, costó más de 10 millones de euros, lo que ya hizo levantar más de alguna ceja entre la población española.

Y, efectivamente, en febrero de 2012, Urdangarin fue acusado formalmente. Poco antes, en diciembre de 2011, el Palacio de la Zarzuela emitió un comunicado diciendo que el yerno del entonces rey quedaba apartado de los actos oficiales de la corona debido a que su comportamiento no era "ejemplar".

La familia volvió a Barcelona donde les hicieron la vida imposible, y optaron entonces por mudarse a Ginebra, en Suiza, donde la infanta sigue viviendo con su hija menor, Irene, y trabajando en la Fundación La Caixa. Después de unos años de interminables líos legales y de contar con el apoyo incondicional de la familia de Urdangarin, de la reina Sofía y de la infanta Elena, hermana mayor de Cristina, Urdangarin fue encarcelado.

Distanciamiento y revocación de los títulos

El entonces todavía príncipe de Asturias, Felipe, hermano menor de Cristina, tomó distancia de su hermana y su cuñado en cuanto empezaron los problemas legales. Ascendió al trono en 2014, después de que su padre, Juan Carlos I, abdicara, y en 2015, ante la negativa de Cristina de renunciar a sus derechos de sucesión al trono, revocó el título real de duques de Palma de Mallorca al matrimonio.

En la cárcel

En junio de 2018, Iñaki Urdangarin ingresó a la cárcel de Brieva para cumplir una condena de 5 años y 10 meses. Dos años después, a partir de junio del año pasado, por buena conducta, se le concedió no tener que dormir en la cárcel ni portar brazalete de localización. Desde ese entonces, Urdangarin vive y trabaja en la localidad vasca de Vitoria, donde está la casa de su madre.

A lo largo de todo este viacrucis, la infanta Cristina permaneció fielmente al lado de su esposo, visitándolo en la cárcel cada vez que le era permitido y pasando con él todos los permisos, aun cuando, durante las audiencias del caso Noós, se reveló la infidelidad de Urdangarin con la esposa de un amigo. Cristina parecía seguir muy enamorada de su marido y sin ninguna intención de disolver el matrimonio, a pesar de los pesares.

Después de la cárcel

Aunque a partir de la salida virtual de él de la cárcel viven separados, nadie lo vio raro, pues casi todos los Urdangarin viven en ciudades distintas, Juan Valentín en Madrid, Pablo en Barcelona y Miguel en Londres, la única que permanece con su madre en Ginebra, es Irene. Sin embargo, la familia tomó vacaciones de verano juntos y apenas esta Navidad, se reunieron todos en Baqueira Beret, en un viaje de esquí.

El fin

El caso es que nadie parecía presagiar la hecatombe: la revista "Lecturas" publicó hace apenas unos días unas fotos de Iñaki, paseando en la ciudad de Bidart, cercana a Vitoria, tomado de la mano de Ainhoa Armienta, una contadora que es su compañera de trabajo en Imaz & Asociados, en Vitoria, también casada y con dos hijos.

Al día siguiente, tanto Iñaki como su hijo Pablo declaraban a los medios que estaban "tranquilos" y que lidiarían con el asunto en familia, como siempre. Sin embargo, la que no parece que estaba tan tranquila fue la infanta.

Las fotos fueron la proverbial gota que derramó el vaso, y ayer, cinco días después de que fueron publicadas, la pareja anunció en forma conjunta "la interrupción de su relación matrimonial", pidiendo respeto por tratarse de un asunto del ámbito privado.

Y esta historia no ha terminado.