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Un estudio muestra que hacer tareas domésticas mejora nuestra salud y mantiene joven el cerebro

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Pensar que hacer las tareas domésticas puede mejorar tu vida suena raro. Pero el resultado de un estudio científico, que deja claras dos cosas: encargarse de las tareas del hogar mejora la salud, y sobre todo mantiene el cerebro joven.

El estudio es realmente interesante. Los investigadores observaron los datos sobre ejercicio físico, y se dieron cuenta de que gran parte de los adultos de los países industrializados no llegan al nivel de ejercicio recomendado.

Pero, al mismo tiempo, vieron que la realización de tareas domésticas se vinculaba con una probabilidad menor de caídas en población de mayor edad, y que también servía como predictor de vida independiente. Es decir, ser capaz de hacer las tareas del hogar demuestra que puedes vivir de manera autónoma, lo que también se relaciona con capacidades cognitivas.

La conclusión parece lógica… pero en ciencia, las conclusiones hay que poder respaldarlas con datos. Así que diseñaron un experimento para poder hacer justo esto, demostrar si sus conclusiones tenían sentido.

Lo primero que hicieron fue buscar voluntarios para el estudio. Seleccionaron a 489 personas, de entre 21 y 90 años, que viviesen de manera independiente y autónoma, todos ellos de la misma zona residencial de Singapur. Con el requisito de la localización eliminaban otras posibles variables.

Dividieron a las casi quinientas personas en dos grupos de edad: de 21 a 64 años considerados jóvenes, y de 65 a 90 o mayores. A todos los participantes se les pidió que contestasen una serie de preguntas sobre hábitos de vida, para determinar la cantidad de ejercicio que realizaban y las tareas domésticas en las que estaban implicados.

Para las tareas domésticas, cogieron dos categorías. Las “ligeras” o “sencillas”, como hacer la colada, colgar la ropa, pasar el polvo o hacer la cama. Y las “duras” o “pesadas”, como limpiar las ventanas, pasar la aspiradora, o pintar o redecorar. Y a cada categoría se le asoció una cantidad de calorías gastadas, para poder compararlas con otro tipo de actividades como correr, hacer senderismo, ir al gimnasio y similares.

Cuando tuvieron estas respuestas a los cuestionarios, les hicieron pruebas físicas y mentales a los participantes. Las pruebas físicas consistían en análisis de la pisada durante la marcha, y en lo que se conoce como la prueba de la silla, que determina la fuerza en las piernas y sirve para saber cómo de probable es una caída. Las mentales eran pruebas cognitivas, agilidad mental, espaciales y demás, todas parte de tests estandarizados.

Y los resultados fueron claros. Pocos participantes llegaban a los niveles de actividad física recomendados – en torno a un 36% en el grupo de jóvenes, y un 48% de los de mayor edad – si no se tenían en cuenta las tareas domésticas. Pero cuando se consideraban, resulta que dos tercios de los participantes lo alcanzaban, lo que es un incremento significativo.

A nivel cognitivo los resultados también eran bastante claros. Los tests de las personas más involucradas en tareas domésticas eran entre un 5-8% superiores al resto, y cuando más “duras” fuesen las tareas domésticas, mejores eran los resultados.

Los investigadores plantean que, en parte, el que las tareas domésticas se puedan considerar una forma de ejercicio físico ayuda a explicar los resultados de los tests cognitivos. Se sabe, porque ha sido ampliamente demostrado en la literatura científica, que el ejercicio físico contribuye a la salud mental. Así que si hacer tareas domésticas se puede considerar ejercicio físico, parece razonable asumir que ayudará a mejorar las capacidades cognitivas.

Así que ya no hay excusas para no hacer las tareas domésticas.

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