¿Los endulzantes artificiales pueden evitar que aumentemos de peso?

Los edulcorantes artificiales prometen satisfacer tu antojo de algo dulce sin la desventaja del exceso de calorías, además, se están empleando cada vez más en diversos productos, que van desde refrescos de dieta y mezclas de bebidas en polvo hasta el yogur y los productos horneados. Pero desde hace mucho tiempo ha sido una incógnita si el hecho de usarlos puede evitar el aumento de peso (un problema con el que mucha gente se está enfrentando durante este confinamiento por el coronavirus).

Ya hay estudios que ofrecen algunas respuestas. Los investigadores han descubierto que los endulzantes artificiales pueden ser útiles como herramienta para ayudarle a la gente a eliminar sus hábitos de consumo de azúcar y que, para algunas personas, remplazar el azúcar con edulcorantes sin valor nutricional sí puede evitar el aumento de peso. Pero también pueden afectar las hormonas, el nivel de azúcar en la sangre y otras particularidades del metabolismo que, según algunos expertos, están relacionados, por lo que desaconsejan su consumo habitual durante periodos prolongados.

“La idea que debemos desechar es que, al no tener calorías, tampoco afectan el metabolismo”, afirmó Marta Yanina Pepino, profesora adjunta en el Departamento de Ciencias de los Alimentos y Nutrición Humana de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign. “Nuestros datos señalan que tienen actividad a nivel metabólico y que, dependiendo de la frecuencia con la que los consuman, algunas personas pueden verse más afectadas que otras”.

La compra de alimentos y bebidas que contienen sustitutos de azúcar ha aumentado a medida que los consumidores que se preocupan por su salud reducen su consumo de azúcar. Las bebidas dietéticas son la mayor fuente de estos endulzantes en la dieta de los estadounidenses. Entre los sustitutos de azúcar más populares están la sucralosa, también conocida como Splenda, y el aspartamo, el cual se encuentra en la Coca-Cola y la Pepsi de dieta y en miles de otros alimentos. La estevia, el extracto de una planta que no contiene calorías y que se comercializa como un producto natural, también se usa con abundancia en muchos productos como sustituto del azúcar.

En un informe que se publicó en fechas recientes en The Journal of the American Heart Association, los investigadores del Hospital Infantil de Boston estudiaron lo que sucedía cuando las personas que acostumbraban beber refresco comenzaron a beber agua o bebidas con endulzantes artificiales. Los investigadores reclutaron a 203 adultos que consumían al menos una bebida azucarada al día; solo algunos de ellos tenían sobrepeso.

Los científicos los dividieron en tres grupos. A los miembros de un grupo les dieron bebidas con endulzantes artificiales, como Coca-Cola y Pepsi de dieta, y les pidieron que las consumieran en vez del refresco que tomaban habitualmente. A otro grupo le enviaron cargamentos de agua simple y gasificada. Un tercer grupo que sirvió de control siguió tomando sus bebidas azucaradas como solía hacerlo.

Luego de estudiar a estos grupos durante un año, los investigadores no encontraron diferencias generales en cuanto al aumento de peso ni otros indicadores de su salud metabólica, como cambios en los niveles de colesterol o triglicéridos. Pero los resultados fueron sorprendentes cuando analizaron específicamente a los sujetos que tenían una gran acumulación de grasa en el abdomen.

Las personas que tenían más grasa en la zona del abdomen —un factor de riesgo importante para padecer enfermedades metabólicas— tuvieron un aumento de peso menos significativo cuando cambiaron las bebidas azucaradas por las bebidas de dieta o agua. En este grupo, quienes tomaron bebidas de dieta subieron cerca de medio kilo a lo largo del estudio, mientras que quienes bebieron agua bajaron aproximadamente medio kilo. Pero las personas con niveles considerables de grasa abdominal que siguieron consumiendo bebidas azucaradas aumentaron en promedio cuatro kilos y medio.

“El efecto es enorme, muy importante”, señaló David Ludwig, uno de los autores del estudio y codirector del Centro para la Prevención de la Obesidad de la Fundación New Balance en el Hospital Infantil de Boston.

Ludwig planteó la teoría de que posiblemente las personas que tenían mucha grasa abdominal obtendrían los mayores beneficios al sustituir las bebidas azucaradas con bebidas de dieta o agua puesto que, al consumir azúcar segregan más insulina, una hormona que estimula el almacenamiento de grasa. “Quizás una persona delgada sea menos sensible al azúcar”, comentó.

Durante décadas, ha habido un fuerte debate sobre el efecto que tienen los endulzantes artificiales en la salud y en el peso corporal. Algunas de las preocupaciones iniciales surgieron a raíz de las investigaciones en animales de la década de 1970 que concluyeron que los edulcorantes artificiales podían causar cáncer. Pero los estudios posteriores en seres humanos contradecían esas afirmaciones y, además de otros grupos, la Sociedad Estadounidense contra el Cáncer, la cual evaluó las pruebas en 2016, sostiene que no existen pruebas contundentes acerca de la relación entre los edulcorantes de pocas calorías y el cáncer en seres humanos.

El estudio más reciente de Ludwig y sus colegas es de los más rigurosos que se han realizado sobre el tema hasta la fecha. Sus hallazgos sustentan las recomendaciones emitidas por grupos como la Asociación Estadounidense del Corazón, que en 2018 publicó una recomendación científica que afirmaba que el consumo de bebidas de pocas calorías podría ser una estrategia eficaz para bajar de peso, sobre todo para los consumidores habituales de bebidas azucaradas, que son la mayor fuente de azúcar añadida en la dieta de los estadounidenses.

Pero el grupo de la asociación también advirtió que “no había suficientes pruebas acerca de los posibles efectos adversos” de los endulzantes artificiales. Pese a que se han usado mucho durante décadas, todavía no se sabe si consumirlos en exceso por muchos años puede tener efectos adversos imprevistos en la salud. Además, no todos son iguales. El año pasado, los científicos de la Universidad Purdue publicaron los resultados de un ensayo clínico que comparó la influencia del azúcar con la de cuatro endulzantes bajos en calorías en el aumento de peso en adultos con obesidad y sobrepeso.

Los grupos que consumieron bebidas con sucralosa, aspartamo o rebaudiósido A, un derivado de la estevia, no sufrieron muchos cambios en su peso. Pero las personas que consumieron bebidas endulzadas con azúcar o sacarina, que se comercializa como Sweet’N Low, experimentaron un “aumento de peso importante” después de tres meses.

No se sabe por qué la sacarina tuvo ese efecto tan considerable en el aumento de peso. Pero parece que los endulzantes sin valor nutricional, que pueden ser muchos cientos de veces más dulces que el azúcar, hacen algo más que solo activar los receptores de las papilas gustativas. En algunos estudios, se ha descubierto que pueden desencadenar cambios nocivos en la flora intestinal, desajustar el control del azúcar en la sangre y alterar los niveles de insulina. También existen pruebas de que pueden incrementar la preferencia de las personas por alimentos extremadamente dulces.

This article originally appeared in The New York Times.

© 2020 The New York Times Company