El pueblo habitado por espantapájaros que revela una triste realidad de Japón

Hace 20 años, la aldea japonesa de Nagoro estaba destinada a morir en el olvido. Pero el ingenio y la creatividad de Ayano Tsukimi la convirtió en un centro de atracción turística internacional al crear espantapájaros que representan a los habitantes que murieron o migraron a la gran ciudad.

Ayano nació en Nagoro, una remota aldea ubicada en la isla de Shikoku, y migró junto a su familia a Osaka donde se casó y vivió gran parte de su vida adulta. Pero en 2002 regresó a cuidar a su padre enfermo y desde entonces se ha dedicado a fabricar muñecos para animar el desolado lugar.

Cuenta que cuando era niña, Nagoro tenía unos 300 habitantes atraídos por las oportunidades laborales que ofrecía una represa cercana, pero la extinción de los puestos de trabajo y la falta de servicios ha reducido esa cantidad a 20. Sus pobladores deben conducir una hora y media por estrechas carreteras de montaña para llegar al supermercado o el hospital más cercano.

La idea de hacer muñecos de madera y trapo surgió luego de que Ayano quiso plantar un huerto pero los astutos pájaros le robaron sus semillas. La solución fue hacer un espantapájaro parecido a su padre para proteger su siembra.

Las siguientes muñecas eran algunas mujeres que quitaban la yerba a lo largo del camino. Pero le causó tanta gracia que los viajeros se detuvieran a preguntar direcciones a sus muñecos que decidió convertirlas en un trabajo de tiempo completo.

Hoy la aldea cuenta con unos 400 muñecos que recrean cómo era la vida del pueblo durante la niñez de Tsukimi o simulan actividades escolares, comerciales y agrícolas que antes realizaban personas que murieron o han migrado.

Cientos de turistas se acercan a Nagoro para ver cara a cara el llamado "Valle de las Muñecas". Algunos sienten escalofríos porque les parece un lugar espeluznante. Otros creen que es una linda manera de darle vida al pueblo, mientras que otros piensan que es un triste reflejo del drama de la despoblación que afecta a las zonas rurales de Japón.

Fuentes: ABC, NYT, Mental Floss, The Verge, Mirror