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El adiós de los tucuxis: la minería extingue a estos delfines amazónicos de agua dulce

Tucuxi River Dolphin (Sotalia fluviatilis), also known as gray bufeo or black bufeo. (Photo by: Kike Calvo/Universal Images Group via Getty Images)
Tucuxi River Dolphin (Sotalia fluviatilis), also known as gray bufeo or black bufeo. (Photo by: Kike Calvo/Universal Images Group via Getty Images)

El delfín gris o tucuxi (Sotalia fluviatilis) está en peligro de extinción.

La inclusión del cetáceo en la más reciente actualización de la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) es una triste y preocupante noticia, no sólo por la posibilidad de la desaparición de la especie sino porque es un presagio de muerte para los ecosistemas amazónicos.

Cuando el tucuxi prospera en una cuenca significa que el agua es agua está limpia y hay suficientes peces para alimentarse. Pero si mueren las crías es un indicio claro de la contaminación y la sobreexplotación de los ríos Amazonas y Orinoco.

Los que nacimos en Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, las Guayanas y Brasil hemos tenido la suerte de haber visto a los tucuxis, a las toninas o delfines rosados (Inia geoffrensis) y a los delfines costeros (Sotalia guianensis), porque son especies endémicas de esa parte de América del Sur. Pero el mercurio usado para la minería ilegal y la pesca excesiva quizás impida a nuestros nietos ver las piruetas y escuchar los agudos sonidos que esos curiosos mamíferos hacen en los lagos, ríos y playas.

El tucuxi se parece más a un delfín que a su prima la tonina, con quien comparte el sistema fluvial del norte de América del Sur. Una diferencia importante es el tamaño. Los delfines de mar pueden llegar a medir 2,1 metros, mientras este delfín amazónico de agua dulce apenas alcanza los 1,5 metros.

Tampoco se destaca por ser un nadador veloz. Si lo comparáramos con una carrera de atletismo no ganaría los 100 metros planos pero se llevaría la victoria en los 3.000 metros con obstáculos. Apenas llega a desplazarse a 23 km/h porque no tiene la suerte de andar a sus anchas en el océano.

Su evolución en la Amazonia lo hizo un experto nadador en aguas oscuras y entre manglares, que son árboles que nacen en el cauce de los ríos. Se abre paso entre los raíces y palos sin pausa y se sumerge por unos segundos para cazar cazando a los peces que detecte en su camino.

Las diferencias entre los delfines de mar y los de agua dulce comenzaron con la migración hacia los sistemas fluviales continentales hace 2,5 millones de años. Los tucuxis y toninas tienen aletas dorsales más pequeñas porque no necesitan ser veloces sino eficientes al deslizarse y rotar en estrechos riachuelos. Sus cabezas puede rotar de un lado al otro gracias a una redistribución de sus vértebras cervicales y en su punto más elevado tienen el orificio que usan para respirar.

A Tucuxi dolphin is pictured at the Mamiraua Sustainable Development Reserve in Uarini, Amazonas state, Brazil  January 19, 2020. Picture taken January 19, 2020. REUTERS/Bruno Kelly
A Tucuxi dolphin is pictured at the Mamiraua Sustainable Development Reserve in Uarini, Amazonas state, Brazil January 19, 2020. Picture taken January 19, 2020. REUTERS/Bruno Kelly

Leyendas del amazonas

Los indígenas suramericanos hablan del tucuxi y el boto - nombre local de la tonina o delfín rosado- como los gemelos mágicos: seres con temperamentos diametralmente opuestos pero nacidos del mismo vientre.

Los contadores de historias de etnias amazónicas consideran al boto como un animal malicioso, quizás por su gran tamaño, su gusto por el contacto físico y porque luchan con los humanos por los mismos alimentos en las riberas de los ríos.

El tucuxi rara vez pesca en el mismos lugar que el hombre y es considerado el hermano benévolo del boto porque es más pequeño, menos agresivo y tiene una apariencia menos impactante. El delfín gris es gregario con los suyos pero muy tímido en el contacto con humanos, a diferencia del delfín rosado, que tiene una naturaleza juguetona pero anda solo o en pareja.

Los indígenas consideran al tucuxi como un amigo porque tiende a brindar apoyo a todo el que accidenta dentro del agua. También se cree que acerca a los ahogados hasta la orilla para que sean enterrados.

A Tucuxi dolphin is pictured at the Mamiraua Sustainable Development Reserve in Uarini, Amazonas state, Brazil  January 19, 2020. Picture taken January 19, 2020. REUTERS/Bruno Kelly
A Tucuxi dolphin is pictured at the Mamiraua Sustainable Development Reserve in Uarini, Amazonas state, Brazil January 19, 2020. Picture taken January 19, 2020. REUTERS/Bruno Kelly

Amenazas humanas

La UICN advirtió en un comunicado que "esta pequeña especie de delfín gris que se encuentra en el sistema fluvial del Amazonas se ha visto gravemente mermada por la mortalidad incidental en las artes de pesca, la represión de ríos y la contaminación”.

“....eliminar el uso de redes de enmalle – mallas de pesca que cuelgan en el agua - y reducir el número de presas en el hábitat de los tucuxi son prioridades para permitir que los números se recuperen. Hacer cumplir la prohibición de la matanza deliberada de tucuxi también es esencial”, dijo el boletín.

El presidente de la Fundación Omacha, Fernando Trujillo, instó a toda la sociedad no sólo a tomar conciencia del peligro que enfrentan los delfines de río, sino las inmensas presiones que hay sobre el Amazonas y el planeta. “El estado de estos carismáticos delfines es un llamado a hacer cambios reales, el 18% del agua dulce del planeta está en el Amazonas, se encuentra en peligro y es allí donde conviven delfines y otras especies”.

La Fundación Omacha explicó que los delfines rosados y grises enfrentan varias amenazas generadas por las actividades humanas, como el uso de artes de pesca ilegales, la degradación de sus hábitats, la contaminación del agua por vertimiento de mercurio y otras sustancias, la deforestación de la selva amazónica, la construcción de hidroeléctricas, la muerte por colisiones o atropellamientos y el tráfico ilegal de sus partes.

Un grupo de investigadores han trabajado junto a gobiernos y comunidades en el proyecto SARDI para conservar el delfín gris, intentando contarlos para saber el tamaño de la población.

A comienzo de 2020, antes del confinamiento por Covid-19, un grupo de científicos realizó una expedición en el río Amazonas entre Perú, Colombia y Brasil, y en nueve días registró 442 delfines grises y 484 delfines rosados.

Esa pesquisa no incluyó Venezuela, considerado el país con los problemas más graves de degradación ambiental.

Francisco von Hildebrand, director de la ONG Gaia Amazonas, alertó que estamos perdiendo el Amazonas durante el lanzamiento del atlas Amazonía bajo presión realizado por la Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada (Raisg).

"El documento revela la alerta ambiental que sufren los nueve países del bioma amazónico, afectado en 17% por la minería, entre otras presiones y amenazas como la construcción de vías, hidroeléctricas, actividades petroleras, incendios, entre otras", informó El Correo del Caroní.

La investigación identificó en 2020 unas 4.472 localidades donde se practica minería ilegal en la Amazonía, 87% de ellas en fase activa de explotación. Venezuela concentra 1.423 puntos de explotación, equivalentes a un tercio de los sitios de minería ilegal en la Amazonía, lo que la posiciona como la segunda nación con más localidades mineras en la región, luego de Brasil que registra 58% de los centros ilegales (2.576).

Es lamentable que con la inclusión del tucuxi ya son cinco las especies de delfines de río en categoría de En Peligro (EN) de extinción.

En esta lista también se encuentran el delfín rosado amazónico, el delfín de río asiático, el delfín del río Irawady y el delfín sin aleta del Yangtze.

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