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Trump se opone a la ciencia y pide confiar en que el covid-19 disminuye

A medida que una nueva e inmensa ola de casos de coronavirus invade la nación, el presidente Donald Trump cierra su campaña de reelección con una súplica para que los votantes ignoren la evidencia de una calamidad que se desarrolla ante sus ojos y confíen en su palabra cuando dice que la enfermedad ya está desapareciendo como una amenaza a su salud personal y al bienestar económico.

El mandatario no ha dejado de declarar frente a multitudes, y en su mayoría sin cubrebocas, que el virus se está disipando, incluso mientras los recuentos de casos están por las nubes, las muertes aumentan, el mercado bursátil cae, y un nuevo brote afecta al personal del vicepresidente Mike Pence. En su paso por distintos estados, ha creado un mantra personal a partir de la declaración de que el país está “doblando la esquina ”.

El presidente Donald Trump durante un mitin de campaña en el Aeropuerto Eppley en Omaha, Nebraska, el 27 de octubre de 2020. (Doug Mills/The New York Times).
El presidente Donald Trump durante un mitin de campaña en el Aeropuerto Eppley en Omaha, Nebraska, el 27 de octubre de 2020. (Doug Mills/The New York Times).

Trump ha atacado a gobernadores y a otros funcionarios locales demócratas por mantener las restricciones de salud pública, pues las ha tachado de frenos innecesarios para la economía. Además, como un desahogo de autocompasión, el presidente ha descrito la pandemia como un obstáculo político que le impuso un adversario conocido.

“Las noticias falsas son puro COVID, COVID, COVID, COVID”, se quejó Trump en un mitin en Omaha, Nebraska, el martes, tras reprender a los medios noticiosos y señalar su propia recuperación de la enfermedad a fin de minimizar su gravedad: “A mí ya me dio y aquí estoy, ¿o no?”.

Ese mismo día, horas antes, Trump había ridiculizado la idea de que el virus se estuviera propagando con rapidez de nuevo y declaró falsamente ante una multitud en Lansing, Míchigan, que el “repunte de casos” que se había reportado era solo un reflejo de un aumento en las pruebas realizadas. El presidente de 74 años destacó el caso de su hijo adolescente, a quien se le diagnosticó el virus a principios de este mes, para sugerir que muchos de esos casos implicaban una preocupación insignificante.

“¿Se han dado cuenta de que no usan la palabra ‘muerte’, sino la palabra ‘casos’?”, dijo Trump. “Es decir, Barron Trump es un caso. Tiene un resfriado. Lo tuvo. Un pañuelito es todo lo que necesitó y ya está mejor. Pero él es un caso”.

En materia de política, el método del mandatario equivale a un intento al estilo de Obi-Wan Kenobi de mover su mano frente al electorado y convencerlo de que no está viviendo una pandemia que está devastando sus vecindarios y saturando los hospitales. Su determinación de hacer caso omiso de la crisis actual como un tema de campaña se ha convertido en la decisión definitoria de su plataforma de reelección y la médula de su mensaje durante la recta final de la contienda.

Hay pruebas considerables de que esto no le está funcionando. El mercado de valores, que desde hace mucho ha sido el objetivo principal de sus esfuerzos por calmar las aguas, se desplomó más de 900 puntos el miércoles, lo cual representó su peor caída en meses conforme los inversionistas lidian con las alteraciones crecientes causadas por la pandemia. Encuestas y entrevistas con votantes muestran que la mayoría no confía en el pronóstico optimista de Trump.

La descripción que ha dado el mandatario de la enfermedad no está basada en hechos, y su teoría de haberla combatido contradice las opiniones de las autoridades médicas en todos los niveles de gobierno. El país ha reportado más de 8,8 millones de casos de coronavirus, incluido un aumento del 39 por ciento de nuevos casos en los últimos 14 días. Más de 227.000 estadounidenses han fallecido a manos de la enfermedad.

Se administra una vacuna contra la influenza en Chicago, el 24 de octubre de 2020. (Taylor Glascock/The New York Times).
Se administra una vacuna contra la influenza en Chicago, el 24 de octubre de 2020. (Taylor Glascock/The New York Times).

El miércoles, en Bullhead City, Arizona, Trump les prometió a los votantes que una vacuna estaría disponible “momentáneamente”, aunque los científicos y las compañías farmacéuticas afirman que no está garantizado ningún avance similar. Con una frase que se ha convertido en un refrán para él en los mítines, insistió en que el país estaba “doblando la esquina” en cuanto al virus.

Temor a ir a los mítines

En los estados que ha visitado, la presencia del presidente puede provocar tanto ansiedad como emoción, ya que los votantes temen el impacto de las reuniones públicas multitudinarias.

Allison Drennan, votante independiente de Gastonia, Carolina del Norte, dijo que votaría por Joe Biden, el candidato demócrata, entre otras razones debido al mal manejo del coronavirus por parte de Trump. La semana pasada, se sintió angustiada de ver que el mandatario organizó un mitin en su zona, porque tenía el potencial de ayudar a propagar la enfermedad.

“Creo que es un grave error”, dijo Drennan, de 29 años, sobre el mitin, y señaló detalles específicos sobre el impacto local de la pandemia. “En Gastonia ya tenemos 77 personas con COVID en nuestros hospitales. He decidido autoaislarme lo más posible durante las próximas dos semanas”.

Las cifras en Carolina del Norte justifican su tendencia a la precaución. Si bien el estado ha logrado contener la enfermedad más que otras jurisdicciones más grandes, su recuento diario de casos se ha incrementado un 13 por ciento en las últimas dos semanas. Hasta la tarde del miércoles, ha habido más de 266.000 casos en el estado, con un total de víctimas de 4269.

Al igual que muchos otros aspectos del estilo de liderazgo de Trump, su perspectiva de la pandemia ha encontrado una audiencia entusiasta en una minoría del país. Una encuesta nacional publicada hace poco por The New York Times reveló que casi 2 de cada 5 votantes concordaban con Trump en que la peor parte de la crisis ya había pasado. La insistencia del presidente en reabrir por completo la economía no carece de encanto, al menos no para los votantes que ya lo apoyaban, y han mantenido su lealtad a lo largo de varios escándalos personales y políticos, fracasos de políticas públicas y un juico político.

Sin embargo, las encuestas muestran que son más los estadounidenses que rechazan el enfoque de Trump. En la misma encuesta del Times, la mayoría de los electores dijo que la peor parte de la pandemia aún estaba por venir, incluyendo la mitad de los votantes independientes y una quinta parte de los republicanos. Por un margen de 12 puntos, los electores dijeron que preferían que Biden dirigiera la respuesta a la pandemia en lugar de Trump. Y el 59 por ciento de los votantes dijo que prefería que se emitiera un mandato nacional para el uso de cubrebocas, incluyendo mayorías de demócratas y votantes independientes, y 3 de cada 10 republicanos.

Felix Vristow, de 40 años, de Filadelfia, dijo que creía que Trump había sido deshonesto sobre la enfermedad.

“Nuestro líder nos mintió, a la cara”, afirmó Vristow, y agregó: “Hemos visto demasiadas muertes, y todo pudo haberse prevenido si la situación se hubiera atendido desde el principio y con mucha más honestidad”.

En su campaña electoral general, Biden se ha dedicado a presentarse ante los electores como una alternativa responsable. A fin de ser un ejemplo de buen comportamiento y proteger su propia salud, Biden, de 77 años, ha seguido un itinerario de campaña estrictamente limitado, pues no ha realizado mítines multitudinarios y ha viajado con mucha menos frecuencia que un candidato presidencial normal. El miércoles, en lugar de presentarse ante un estado pendular, ofreció un discurso desde su estado de origen, Delaware, en el que reprendió lo que llamó “la declaración de rendición ante el virus” de Trump.

De la misma manera, en los últimos días, algunos altos funcionarios federales han rechazado la retórica del presidente sobre el coronavirus y sus declaraciones falsas de que los recuentos de casos solo están al alza porque se están haciendo más pruebas. Trump a menudo se ha referido a la realización de pruebas como una especie de problema de relaciones públicas en el que la gráfica lineal que rastrea el avance del virus se manipula en una dirección que no le beneficia.

El miércoles, en una entrevista televisada, el almirante Brett Giroir, el supervisor de la aplicación de pruebas del gobierno, refutó la caracterización que hizo Trump de la pandemia sin retar al mandatario por su nombre. El recuento creciente de casos, dijo, “no es solo una función de la realización de pruebas”.

“Sí, estamos identificando más casos, pero los casos de verdad están aumentando”, afirmó Giroir, e instó a los estadounidenses a usar cubrebocas y evitar reuniones concurridas en interiores.

En una desviación distinta de la narrativa optimista de Trump, Mark Meadows, el jefe de Gabinete de la Casa Blanca, reconoció en televisión el fin de semana pasado que el gobierno “no va a controlar la pandemia”, un comentario que Biden presumió como una confirmación de que Trump se está rindiendo.

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This article originally appeared in The New York Times.

© 2020 The New York Times Company