Radiografía de una de las peores secuelas que arrastraremos mucho después del fin de la pandemia

En España, una tercera parte de la población admite haber llorado desde que comenzó la emergencia sanitaria. (Photo by Xavi Herrero/SOPA Images/LightRocket via Getty Images)
En España, una tercera parte de la población admite haber llorado desde que comenzó la emergencia sanitaria. (Photo by Xavi Herrero/SOPA Images/LightRocket via Getty Images)

El veloz desarrollo de las vacunas contra la Covid-19 fue una señal de triunfo de la ciencia sobre la enfermedad. Pero en materia de salud mental, vamos de mal en peor.

La Organización Mundial de la Salud ya había advertido que la depresión es la primera causa de discapacidad entre jóvenes y adultos en todo el mundo. Se trata de 350 millones de personas que han perdido el interés de disfrutar su vida. Imaginemos a un grupo de personas similar a toda la población de Estados Unidos, y casi la mitad de México, que tiene poca energía para realizar sus actividades cotidianas, como ducharse, cocinar o levantarse de la cama para ir a trabajar.

Infografía: la depresión afecta a 4 de cada 100 personas (350 millones) en todo el mundo. (Fuente: OMS)
Infografía: la depresión afecta a 4 de cada 100 personas (350 millones) en todo el mundo. (Fuente: OMS)

La depresión les quita la calma, los llena de ansiedad, les perturba el sueño, les impide concentrarse en los estudios. También los hace sentir insignificantes o culpables cada vez que interactúan con los demás.

Y no perdamos de vista que la depresión es sólo una de las múltiples manifestaciones de la enfermedad mental. Al menos una de cada cuatro personas atravesará un trastorno emocional en algún momento de su vida, indistintamente del país donde viva.

La salud mental de todos se ha visto afectada de una manera o de otra durante la pandemia, pero estudios antropológicos han demostrado que a los hispanos les afecta más no tener cercanía ni contacto físico. La privación de reunirse a menudo con los amigos y las familias extendidas les causa más hastío y rabia que a los habitantes de, por ejemplo, los países nórdicos. (Fuente: UNICEF y OMS)

Entonces llegó la pandemia

La propagación del virus SARS-CoV-2 tomó por asalto a las autoridades en todos los continentes. Ningún sistema sanitario estaba preparado para tratar avalanchas de pacientes con una enfermedad desconocida y no tuvieron otra salida que imponer confinamientos y normas de aislamiento social para contener los contagios.

Tras 12 meses de muertes, investigación y restricciones, las masivas campañas de inmunización traen esperanza. Pero los científicos advierten que el impacto emocional del distanciamiento social y las cuarentenas ha pasado desapercibido en las políticas de recuperación de esta grave crisis, y aseguran que millones de personas arrastrarán secuelas en su salud mental, mucho después de que se declare el fin de la pandemia.

Las restricciones de movimiento, las limitaciones en los servicios públicos y la pérdida de oportunidades laborales empeoraron la sensación de soledad, estrés y ansiedad de los que ya padecían trastornos emocionales.

Pero el miedo a enfermar del virus, la muerte de seres queridos, la fatiga física y emocional de los trabajadores de la salud, el desempleo, la pobreza, el consumo excesivo de información en redes sociales y la incertidumbre también han afectado a las personas que no habían tenido problemas psicológicos en el pasado.

La sombra que acecha en todo el mundo

Con el tercer lugar en número de fallecidos por covid, detrás de Estados Unidos y Brasil, la situación en México es desoladora. Los últimos datos que maneja la directora de la Facultad de Psicología de la UNAM, María Elena Medina Mora, señalan que un poco más del 30% de los mexicanos sufre síntomas de ansiedad o depresión y que ha aumentado el consumo diario de tabaco, alcohol y marihuana.

Ese incremento en el malestar emocional explicaría por qué la industria farmacéutica mexicana ha duplicado en el último año las ventas de ansiolíticos y antidepresivos.

En México, 18 personas mueren por lesiones autoinfligidas cada día. (Fuente: Estadísticas del INEGI correspondientes al año 2019)
En México, 18 personas mueren por lesiones autoinfligidas cada día. (Fuente: Estadísticas del INEGI correspondientes al año 2019)

El empobrecimiento de las familias que han perdido sus ingresos por el impacto del covid-19 también ha deteriorado su salud mental. La doctora Medina Mora señala que los estudiantes mexicanos que tuvieron una reducción significativa del ingreso familiar por la pandemia fueron más víctimas de la violencia y sufrieron más síntomas de estrés post traumático, depresión e intento suicida.

La pobreza no solo afecta la salud mental sino aumenta el riesgo de perder la vida. En México, 8 de cada 10 personas que mueren tienen una desventaja económica y no tienen acceso a los servicios de salud.

La situación también impacta de manera directa a los mexicanos que padecen trastornos mentales. Medina Mora precisa que las personas con diagnósticos previos tienen más riesgos de enfermar y más riesgo de morir de covid. Uno de los motivos es que no existen programas de atención psicosocial para las personas con discapacidad mental, a pesar de que México es signatario de convenios internacionales que lo obligan a proveer tratamiento y vivienda a los pacientes mentales.

En México, el tercer país con más fallecidos por COVID-19, la situación es desoladora debido al aumento de la violencia, el abuso de sustancias, la ansiedad y la depresión. (Fuentes: UNICEF y UNAM)
En México, el tercer país con más fallecidos por COVID-19, la situación es desoladora debido al aumento de la violencia, el abuso de sustancias, la ansiedad y la depresión. (Fuentes: UNICEF y UNAM)

En España, la situación es similar. En una cultura reacia a las lágrimas, una tercera parte de la población admite haber llorado desde que comenzó la emergencia sanitaria.

Los más afectados son los jóvenes entre 18 y 24 años, que presentan el doble de los casos de trastornos de ansiedad que la población general. Se sienten acorralados y hastiados por los toques de queda, las prohibiciones de fiestas y visitas, el cierre de los campus universitarios y la pérdida de oportunidades laborales.

Los chilenos también elaboraron su "termómetro de salud mental" para medir cómo se encuentra su temperatura emocional. Cerca de la mitad de los entrevistados dijo sentirte peor o mucho peor de ánimo desde que inició la pandemia, admitió haber perdido muchas horas de sueño y expresó sentirse agobiado y en estado de permanente tensión.

Y no podemos olvidar las consecuencias de esta situación en la infancia.

La salud mental y el bienestar de 1 de cada 7 niños (unos 332 millones en el mundo) se ha visto comprometida desde el comienzo de la pandemia. (Fuente: UNICEF Y OMS)
La salud mental y el bienestar de 1 de cada 7 niños (unos 332 millones en el mundo) se ha visto comprometida desde el comienzo de la pandemia. (Fuente: UNICEF Y OMS)

El cierre de las escuelas y las dificultades de la educación online, la prohibición de jugar con los amigos en los parques, el encierro y la falta de espacio para ejercitarse en sus hogares y el aumento del abuso familiar han afectado negativamente la salud mental de los niños.

En Latinoamérica, una cuarta parte de los menores han experimentado ansiedad y un 15% han tenido depresión desde que comenzó la pandemia.

Las mujeres tampoco la han tenido fácil en Latinoamérica, región con arraigadas tradiciones machistas, elevados niveles de violencia doméstica, pobreza y exclusión social. El encierro ha aumentado su carga. Además de realizar las labores domésticas, las mujeres se han visto obligadas a ser maestras sustitutas y supervisar las actividades académicas que sus hijos ahora hacen en casa, sin descuidar el trabajo indispensable para el sustento familiar.

Al imaginar su futuro, las chicas entre 13 y 29 años son las que ven un panorama más sombrío.

La depresión es un desequilibrio en la química cerebral, no es un problema de personalidad. No es posible obligarnos a superar la depresión sin ayuda médica así como no es posible superar el asma o un problema cardíaco a fuerza de voluntad. No tiene una causa única, puede surgir después de un gran problema pero también por desequilibrios hormonales, después del parto, por abuso del alcohol o las drogas. En ocasiones, no tiene una causa aparente. (Fuente: Facultad de Medicina Universidad de Michigan)

El reto que impone la fatiga pandémica

El desafío inmediato de las autoridades sanitarias es mitigar los síntomas de la fatiga pandémica, que está muy influenciada por lo que leemos en los medios y nuestras experiencias con la enfermedad. Ese cúmulo de emociones que nos desmotiva a seguir las normas de protección recomendadas y nos coloca en una situación de riesgo.

La COVID-19 es una enfermedad de alcance global. Pero su impacto sobre nuestra salud mental variará de manera individual. Y allí juega un papel importante la responsabilidad personal.

Es posible que en una familia la abuela haya retomado un antiguo proyecto de tejer una colcha con dos agujas, la hija mayor está callada e irritable porque no puede reunirse con sus amigos, el padre toma más cervezas que de costumbre al regresar a casa y a la madre pasa las noches en vela preocupada por lo la seguridad física y económica de su hogar.

Cada uno lidia con la pandemia como puede. Pero nos corresponde a todos velar por los otros y observar si estas batallas emocionales son pasajeras o están ganando terreno en nuestras vidas.

La meta es mantener el mayor nivel de bienestar, evitando los contagios y preservando nuestra salud mental.

Este artículo es parte de una serie de Yahoo sobre Salud Mental que se propone a ayudar a quienes hoy viven en las sombras a transitar el camino hacia la recuperación

Si tú o alguien que conoces está considerando quitarse la vida, contacta inmediatamente con tu Línea Nacional de Prevención al Suicidio:

México: (55) 5259-8121, o visita http://www.saptel.org.mx/

EEUU: 1-800-273-TALK (8255), o visita suicidepreventionlifeline.org

Argentina: 135 (línea gratuita) (011)5275-1135 o visita https://www.casbuenosaires.org.ar/

España: 911 385 385 o visita https://www.telefonocontraelsuicidio.org/ También 717 003 717 o visita https://telefonodelaesperanza.org/

Colombia: Bogotá 106, Cali 106, Medellín 125, Cundinamarca 123, Cartagena 125, Boyacá 106