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Se les acabó el dinero fácil: el golpe del sueño caído de las máquinas expendedoras de autos

La primera máquina expendedora de coches, de Carvana. (Foto Business Wire via Getty)
La primera máquina expendedora de coches, de Carvana. (Foto Business Wire via Getty) (Business Wire)

Hace dieciocho meses, el minorista de autos usados Carvana tenía proyecciones tan favorables que ostentaba una valoración de 80.000 millones de dólares. Ahora, se valúa en menos de 1500 millones de dólares, una caída del 98 por ciento, y su negocio pende de un hilo.

Muchas otras empresas tecnológicas también ven cómo cambia su suerte y sus sueños se esfuman. Despiden empleados, reducen gastos y ven sus valoraciones financieras marchitarse, incluso con el avance de la economía en general, una baja tasa de desempleo y un índice de crecimiento anual del 3,2 por ciento en el tercer trimestre.

Hay una explicación que en gran medida ha pasado desapercibida: una época sin precedentes de tasas de interés bajísimas ha llegado a un final abrupto. El dinero ya no es prácticamente gratis.

"Pagarán el precio"

Durante más de una década, los inversionistas desesperados por buenos rendimientos canalizaron su dinero a Silicon Valley para inyectarlo en una amplia gama de empresas emergentes que quizá no habrían recibido ese respaldo en tiempos menos excitantes. Las valoraciones extremas facilitaron la emisión de acciones o la autorización de préstamos para ampliar las operaciones de manera agresiva u ofrecer acuerdos atractivos a clientes potenciales que en poco tiempo acrecentaron la cuota de mercado.

La primera máquina expendedora de coches, de Carvana en Nashville. (Foto Business Wire via Getty)
La primera máquina expendedora de coches, de Carvana en Nashville. (Foto Business Wire via Getty) (Business Wire)

Era una bonanza que parecía no tener final. El sector tecnológico acumulaba victorias y su competencia se debilitaba. Carvana construyó decenas de lujosas “máquinas expendedoras” de automóviles en todo el país, invirtió en publicidad constante y ofreció precios muy llamativos por entregas a cuenta.

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“Durante los últimos 15 años, toda la industria tecnológica se desarrolló con base en dinero barato”, dijo Sam Abuelsamid, analista principal de Guidehouse Insights. “Ahora, se están topando con una nueva realidad, y pagarán el precio”.

El dinero barato posibilitó muchas de las adquisiciones que sustituyeron el crecimiento orgánico del sector tecnológico. Hace dos años, mientras la pandemia causaba estragos y muchos oficinistas quedaron confinados en sus hogares. Salesforce compró Slack, la herramienta de comunicación para oficinas Slack por 28.000 millones de dólares, una suma que, según algunos analistas, fue demasiado alta. Salesforce tomó un préstamo de 10.000 millones para concretar la adquisición. Este mes, declaró que despediría a unos 8000 empleados, alrededor del 10 por ciento de su plantilla, muchos de ellos trabajadores de Slack.

Incluso las empresas tecnológicas más grandes se han visto afectadas. Durante años, Amazon estuvo dispuesta a perder dinero con tal de captar nuevos clientes. Hoy en día, está adoptando una estrategia diferente, por eso despidió a 18.000 empleados administrativos y detuvo las operaciones que no eran viables en términos económicos.

Carvana, al igual que muchas empresas emergentes, siguió los pasos de Amazon para tratar de crecer con rapidez. Los autos usados, según creía, eran un mercado muy fragmentado listo para reinventarse, tal como lo hicieron en su momento los taxis, las librerías y los hoteles. Se esforzó por dejar atrás a todos sus rivales.

Una librería de Amazon, que ya cerró de manera definitiva, en el centro comercial University Village en Seattle, el 21 de mayo de 2016. (Kyle Johnson/The New York Times).
Una librería de Amazon, que ya cerró de manera definitiva, en el centro comercial University Village en Seattle, el 21 de mayo de 2016. (Kyle Johnson/The New York Times).

Desde su sede en Tempe, Arizona, la empresa quería remplazar a las distribuidoras tradicionales, afirmaba Carvana con grandilocuencia, “mediante tecnología y servicio al cliente excepcional”. En lo que pareció simbolizar la muerte de la vieja usanza, pagó 22 millones de dólares por un lote de 2,4 hectáreas en Mission Valley, California, que había ocupado una concesionaria de Mazda desde 1965.

Mientras que las concesionarias tradicionales eran establecimientos de una sola planta, Carvana construyó máquinas expendedoras de autos de varios pisos que se convirtieron en referentes memorables a nivel local. Los clientes recogían sus autos en estas torres, que ahora suman un total de 33. Un video corporativo del edificio de una de las máquinas expendedoras tiene más de cuatro millones de visualizaciones en YouTube.

En el tercer trimestre de 2021, Carvana entregó 110.000 autos a clientes, un incremento del 74 por ciento respecto de 2020. La meta: 2 millones de autos al año, lo cual lo convertiría, por mucho, en el negocio minorista de autos usados más grande del país.

Luego, la empresa se desintegró aún más rápido de lo que tardó en crecer. Cuando las ventas de autos usados aumentaron más del 25 por ciento en el primer año de la pandemia, crearon un problema de suministro: Carvana necesitaba muchos más vehículos. Adquirió una empresa de subasta de automóviles por 2200 millones de dólares y se endeudó aún más con una tasa de interés especial. Además, pagó sumas generosas a clientes por sus autos.

Sin embargo, cuando la pandemia cedió y las tasas de interés ascendieron, las ventas se desaceleraron. Carvana, que se rehusó a ofrecer comentarios para este artículo, hizo un recorte de personal en mayo y otro en noviembre. Su director ejecutivo, Ernie Garcia, atribuyó la culpa a los costos más altos de financiamiento cuando declaró: “No logramos predecir con exactitud cómo resultaría todo esto”.

Algunos de sus rivales quedaron en una posición aún peor. El precio de las acciones de Vroom, una empresa de Houston, se ha reducido a 1 dólar de los 65 dólares que valía a mediados de 2020. En el transcurso del año pasado, despidió a la mitad de sus empleados.

“Las tasas altas perjudican a casi todos, pero sobre todo afectan a Silicon Valley”, comentó Kairong Xiao, profesor asociado de Finanzas en la Escuela de Negocios de la Universidad de Columbia. “A no ser que la Reserva Federal revierta sus restricciones, seguramente habrá más despidos y recortes de inversión”.

En este momento, hay pocas probabilidades de que la Reserva Federal haga eso. En el mercado, se prevé que realice otros dos aumentos de las tasas este año, al menos hasta un cinco por ciento.

La era del dinero fácil ya se había establecido cuando Amazon decidió que había dominado el comercio electrónico lo suficiente como para conquistar el mundo físico. Durante años, se rumoró que planeaba ampliarse hacia las librerías y en 2015, al fin sucedió. Los medios de comunicación enloquecieron. Según un artículo que circuló bastante, el minorista planeaba abrir hasta 400 librerías.

Tras insertar una moneda en la máquina expendedora, en seundos sale el auto, o salía porque Carvana está crisis total. (Foto: Business Wire via Getty)
Tras insertar una moneda en la máquina expendedora, en seundos sale el auto, o salía porque Carvana está crisis total. (Foto: Business Wire via Getty) (Business Wire)

La idea de la empresa era que las tiendas funcionaran como extensiones de su operación en línea. Las reseñas de los lectores guiarían al posible comprador. Los títulos se exhibían con la portada de frente, así que solo había 6000. Las tiendas eran salas de exposición para los artículos electrónicos de Amazon.

Mantener una sala de exposiciones para productos de internet es costoso. Amazon tuvo que contratar libreros y alquilar escaparates en zonas populares. Además, dejar que las reseñas entusiastas fuesen uno de los criterios de selección se tradujo en la exhibición de libros autopublicados, algunos de los cuales eran impulsados por las reseñas positivas de los amigos del autor. No eran los libros que querían los lectores.

En marzo, el minorista cerró 68 tiendas, entre ellas no solo hubo librerías, sino también tiendas fugaces y las llamadas tiendas 4 estrellas. Sigue operando su subsidiaria de comestibles Whole Foods, que cuenta con 500 sucursales en Estados Unidos, y otras tiendas de alimentos. Amazon declaró en un comunicado que tenía el “compromiso de crear tecnologías y experiencias excepcionales a largo plazo en tiendas físicas”.

Es posible que la venta tradicional de libros, con expectativas modestas, sea más sencilla ahora. Barnes & Noble, una cadena de tiendas físicas que en fechas recientes se había considerado prácticamente acabada, se mudó a dos locales que solía ocupar Amazon en Massachusetts, y vende unos 20.000 títulos en cada uno. La cadena afirmó que las tiendas iban “muy bien”. Está en busca de otros antiguos establecimientos de Amazon.

“Amazon manejaba sus librerías de un modo muy distinto a nosotros”, sostuvo Janine Flanigan, directora de planificación y diseño de tiendas de Barnes & Noble. “Nuestra prioridad son los libros”.

© 2023 The New York Times Company

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