La tarde de infamia en el Giro que pone en riesgo el ciclismo

GORIZIA, ITALY - MAY 23: Egan Arley Bernal Gomez of Colombia and Team INEOS Grenadiers Pink Leader Jersey at start during the 104th Giro d'Italia 2021, Stage 15 a 147km stage from Grado to Gorizia /  #UCIworldtour / @girodiitalia / #Giro / on May 23, 2021 in Gorizia, Italy. (Photo by Tim de Waele/Getty Images)
Photo by Tim de Waele/Getty Images

Probadas las nuevas pasiones, es difícil acostumbrarse otra vez a las antiguas. De ser aficionados que solo vivíamos con interés nueve semanas de ciclismo al año, las correspondientes a Giro, Tour y Vuelta, hemos pasado a consumidores ávidos de clásicas y carreras cortas. Es la lógica de unos tiempos en los que la inmediatez cada vez está más valorada y mantener la atención nos cuesta una barbaridad. En ese sentido, el Giro de Italia de 2021 se nos está haciendo un poco bola pese a un recorrido atractivo. Aparte de Egan Bernal, faltan nombres propios de interés y los que podrían serlo para los españoles han acabado en un hospital.

La tradición italiana de reservar toda la montaña y la contrarreloj para la última semana tiene sus riesgos: días y días con demasiadas fugas, demasiado tanteo y solo un dominador que tampoco ha tenido terreno suficiente para hacer distancias enormes. Ya sé que es la idea, pero cuesta engancharse... y cuando por fin tenemos la oportunidad de hacerlo, con un etapón dolomítico que nos remite a aquellas tardes de junio noventeras viendo a Induráin mantener a raya a los Chiappucci o los Ugrumov mientras Sergi Bruguera ganaba un Roland Garros tras otro, resulta que entre los corredores, la organización y la RAI deciden sabotearlo.

Para el lunes previo al segundo día de descanso (organizadores, un consejo: estas etapas siempre en sábado o en domingo, nunca en lunes), el Giro había preparado una concatenación de puertos digna de sus mejores días: el Passo Fedaia (es decir, la Marmolada pasando por Caprile), el Passo Pordoi y el Passo Giau, tres colosos llamados a tener al aficionado pegado a la televisión durante horas viendo exhibiciones como la de Chris Froome hace tres años o la de Rohan Dennis con Geoghean-Hart y Hindley a rueda el año pasado. Además, daban mal tiempo. Estupendo. Recuerdos de la mítica etapa del Gavia del 88, esos Breukink y Hampsten coronando entre la niebla, con la nieve cubriendo su cuerpo casi por completo.

Hay toda una generación que se enganchó al ciclismo con esa clase de etapas: etapas duras, épicas, que no ponían en riesgo la seguridad de los corredores o no más que la sucesión de rotondas que acompaña últimamente a cada final de etapa intrascendente. No sabemos a qué se va a enganchar la siguiente generación porque parece que la épica está en extinción. De entrada, por la mañana, y sin hacerlo público, los corredores y equipos presionaron para que se eliminaran los pasos por el Fedaia y el Pordoi, convirtiendo una kilométrica etapa de montaña en un paseíto hasta el Giau. Al parecer, había hielo en la calzada y hacía mucho frío. La organización, en vez de solventar el problema o buscar un recorrido alternativo, dijo "sí y amén" y mutiló su propia carrera.

Si los aficionados ya estábamos cabreados por el espectáculo potencial que nos estaban hurtando, más lo estuvimos horas después, cuando en plena subida al Giau, en pleno ataque descomunal de Egan Bernal y con los corredores subiendo de uno en uno como en los grandes días, la imagen se cortó. No hubo en los últimos 23 kilómetros ni una imagen en directo de la carrera más allá de la llegada a meta de los distintos grupos. Cuarenta minutos haciendo el tonto viendo a un montón de gente con paraguas esperando a Godot y fantaseando con que, quizá, podríamos ver algo de la etapa que estaba decidiendo el Giro.

Cycling : 91E Giro D'Italia, Stage 20Illustration Illustratie, Passo Gavia, Peleton Peloton, Snow Neige Sneeuw, Mist Brouillard, Landscape Paysage Landschap /Rovetta - Tirano (224 Km), Tour Of Italy, Ronde Van Italie, Etape Rit /(C)Tim De Waele   (Photo by Tim De Waele/Getty Images)
Photo by Tim De Waele/Getty Images

No pudo ser. Que si el helicóptero, que si las motos, que si no sé qué. En una realización propia de los años 70 o los años 80, la RAI fue incapaz de emitir un solo segundo en directo. Ni siquiera las referencias que daban tenían sentido pues oscilaban de cinco en cinco segundos cada cien metros. Aquello era un caos. Tienes la mejor etapa de montaña en mucho tiempo y lo que haces es programarla un lunes, mientras medio mundo trabaja, recortar las partes más interesantes y privarnos a los que quedamos del espectáculo de un gran campeón. No se puede hacer peor a la hora de enganchar nuevo público.

Y no olvidemos que el deporte va a tener en breve un problema con esto del "nuevo público". Se habló del tema cuando el petardazo de la Superliga pero no es una cuestión exclusiva del fútbol: hay una generación que se siente más cómoda consumiendo otro tipo de entretenimiento que no es el deporte. Si el ciclismo o el tenis o el baloncesto quieren continuidad, tienen que atraer a esa generación y demostrarles que se lo pueden pasar tan bien como delante de ese universo complejo y al alcance de la mano que es el ordenador.

¿Lo van a conseguir con espectáculos de desidia como el de ayer? Imposible. Quien se acercara por casualidad -los lunes también hay institutos y colegios, por supuesto- a la pantalla de Eurosport junto a su padre o su madre o sus abuelos para vivir esa cosa tan divertida que llaman ciclismo, no tardaría mucho en sacar el móvil y evadirse. Mucho más si encima tenía que aguantar los comentarios, que no eran sino divagaciones a menudo erróneas sobre vatios, cadencias y quién ganó no sé qué Giro hace treinta años, que es como si a mí en 1988 me ponen a hablar de Anquetil. En cambio, mi padre me puso el Gavia. Y no, no se veía demasiado, pero lo que se intuía era grandioso, como para recordarlo tantos años después. Las aficiones tienen sus momentos y la competencia es enorme. No sabemos qué habría sido de la etapa de haberse disputado entera ni sabemos qué fue realmente porque no lo vimos. Desastre épico como pocos que merece una reflexión inmediata por parte de los implicados.

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