Por qué el nuevo Djokovic te va a caer aún peor que el viejo

PARIS, FRANCE - JUNE 13: Winner Novak Djokovic of Serbia during the trophy ceremony for the Men's Singles final on day 15 of the French Open 2021, Roland-Garros 2021, Grand Slam tennis tournament at Roland Garros stadium on June 13, 2021 in Paris, France. (Photo by John Berry/Getty Images)
Novak Djokovic besa el trofeo que le acredita como vencedor de Roland Garros 2021 (Photo by John Berry/Getty Images)

Novak Djokovic. Salvo que seas un convencido de la causa, estas dos palabras te van a provocar una ligera incomodidad. Novak Djokovic, el de los gestitos. Novak Djokovic, el que siempre llama al fisio cuando va perdiendo. Novak Djokovic, el que lleva diez años ganando a tus ídolos y está a un paso de superarlos en la lista de ganadores de Grand Slams. Aunque Djokovic siempre ha intentado caer bien, desde sus tiempos de imitador oficial en el US Open de 2007, nunca lo ha conseguido. No le sale. Su entorno, directamente, ni lo intenta, y hace bien. Un buen montón de bravucones empeñados en glorificar a la estrella.

Ahora bien, a Djokovic no nos lo quitamos de encima. Y tampoco nos quitamos de encima la frialdad de sus números: en el circuito hay catorce grandes torneos cada año -los cuatro slams, los nueve Masters 1000 y las ATP World Tour Finals- y Novak los ha ganado todos al menos dos veces a lo largo de su carrera. Nadie, jamás, había conseguido tal hazaña. Ni en la era Open ni nunca. Es una marcianada. Sus 324 semanas como número uno del mundo es otro de esos récords que tardarán décadas en batirse y nadie duda de que alcanzará las 350 con cierta facilidad. Federer se quedó en 311.

Djokovic, como Nadal y como Federer, envejece y se adapta. El nuevo Djokovic no tiene nada que ver con el viejo pero gana más y desespera aún más a sus críticos. Antes, el serbio se plantaba en la pista, se dedicaba a repartir mandobles y a estirar un cuerpo prodigiosamente flexible y no tenias nada que decir. Te aguantabas y punto. El viejo Djokovic no solo te gana sino que además te hace coquetear con la ilusión de su fracaso. El nuevo Djokovic no es un dominador, es un superviviente. Un hombre que resiste y resiste, que defiende, que busca el error ajeno, que sirve muchísimo peor que antes pero compensa con un resto que no deja de mejorar...

El nuevo Djokovic no impresiona con su talento desbordante -la excepción, quizá, sea la exhibición ante Nadal en Australia 2019-. Al nuevo Djokovic se le tuercen las cosas y le hace solo dos juegos en dos sets a Nadal en una final de Roland Garros. Dicho esto, al nuevo Djokovic hay que aniquilarle en la pista, porque como le dejes con un hilo de vida, sabes que va a levantarse todas las veces que haga falta. Desde aquella final de Australia 2019 en la que pasó por encima de Rafa, Novak ha ganado otros cuatro grandes: en Wimbledon 2019 salvó dos match points y ganó el partido a Federer batiéndole en cinco sets, con tres tie-breaks incluidos. En Australia 2020, ganó a Thiem también en cinco sets después de ir dos a uno abajo con el partido fuera de su control.

PARIS, FRANCE - JUNE 11: Novak Djokovic of Serbia salutes Rafael Nadal of Spain after his semi-final victory during day 13 of the French Open 2021, Roland-Garros 2021, Grand Slam tennis tournament at Roland Garros stadium on June 11, 2021 in Paris, France. (Photo by John Berry/Getty Images)
Djokovic y Nadal se saludan tras el partido de semifinales que se llevó el serbio (Photo by John Berry/Getty Images)

Las últimas dos victorias de este año suponen un giro de tuerca más en esta nueva capacidad de resistencia del serbio: en Australia se pasó desde tercera ronda quejándose de una lesión abdominal. No se lo creyó nadie y siguen sin creérselo, pero el caso es que fue ganando en cinco sets a todo el mundo, quejándose, llamando al fisioterapeuta... y en la final pasó por encima de Medvedev. Por último, Roland Garros 2021: dos sets abajo contra Musetti y victoria. 5-0 abajo con Nadal en el primer set y victoria. Otra vez dos mangas de desventaja contra Tsitsipas en la final y otra remontada para llevarse su decimonoveno grand slam.

Djokovic parece frágil, algo que antes no parecía. Djokovic empieza a ganar como ganaba Alí al final de su carrera: se deja acorralar, se pasa horas recibiendo golpes sin aparente respuesta... y cuando el rival ya está agotado, empieza a recuperar terreno y le acaba tumbando. Lo peligroso de esta versión de Djokovic es que no se le ve un final cercano. Federer ganó muchísimo cuando era el mejor con diferencia y desde que dejó de serlo apenas ha conseguido algún triunfo puntual en los últimos once años. Nadal, en cambio, no necesitaba ser el mejor para ganar y eso le diferenciaba del resto. Djokovic, ahora, se ha unido al club: ya no se pone nervioso, ya no gesticula tanto, ya no se viene abajo ante el fatalismo. Al revés, juega con él y lo transforma en su favor.

Me hizo gracia cuando Tsitsipas pidió un tiempo muerto médico en la final tras perder el tercer set. En los últimos años, se ha insistido en que era una táctica que utilizaba Djokovic para descentrar al contrario cuando estaba caliente. El domingo se la hicieron a él y ni se inmutó: 6-3 y 6-4 para acabar el partido. Djokovic hizo menos "winners" que Tsitsipas en la final, igual que había hecho menos "winners" que Nadal en los tres primeros sets de las semis. Djokovic sabe que ya no puede ganar como antes, pero eso no quiere decir que vaya a perder. Aguanta, aguanta y aguanta. Ya no gana a la alemana sino que gana "a la yugoslava", como debe ser. Agónicamente, compitiendo sin cejar, buscando el recurso que descomponga al rival...

Al viejo Djokovic le podías tener tirria pero era imposible no admirarle. No sé qué pasará con el nuevo y su gestión de las relaciones públicas. ¿Le gustará más a la gente al verle más humano? ¿Su legión de detractores aumentará al ver más cerca su derrota? Cada uno tendrá su idea de quién es el mejor jugador de tenis que ha visto a lo largo de su vida. El mío es Federer. Ahora bien, estadísticas en mano, no hay nadie como Djokovic y habrá que aceptarlo. De los tres, además, parece el que mejor ha planeado su madurez. Tiene 34 años, que en otra época sería una barbaridad, pero mientras siga machacando físicamente a los chicos de 22 años y a los de 19, le queda cuerda para rato. Y si al alguien le fastidia, tendrá que aguantarse.

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